Las cuatro tendencias: Los Perfiles de Personalidad Que Te Enseñan a Mejorar Tu Vida (2018) revela los cuatro tipos de personalidades que determinan cómo reaccionan los individuos a las expectativas en la vida diaria. Ampliando el primer capítulo de su libro sobre los hábitos Mejor que nunca, Rubin ofrece pensamientos y consejos para ayudarles a entender sus tendencias y las de las personas con quienes viven y trabajan.
¿Qué beneficio ofrece? Ver cómo las cuatro tendencias se reflejan en las personas que los rodean.
¿Cómo reaccionan ustedes a las expectativas? Aunque puede parecer una pregunta directa, podemos aprender mucho si nos aventuramos a explorar el asunto más a fondo. De hecho, la pregunta puede ser enriquecedora no sólo en términos del autoconocimiento que puede aportar, sino también porque profundiza nuestro conocimiento sobre otras personas.
Las cuatro tendencias nos hablan de nuestra naturaleza y cómo reaccionamos a las expectativas.
Un día, la autora Gretchen Rubin charlaba con una amiga en el almuerzo y la conversación derivó hacia el ejercicio. La amiga reflexionaba en que cuando estaba en el equipo de atletismo de la escuela, siempre tenía tiempo para correr, pero ahora no podía ni pensarlo. No tener tiempo es un pretexto que alegamos comúnmente para no hacer algo, pero si en verdad quieren llegar al fondo de por qué algunas tareas son tan difíciles de realizar, tienen que entender las cuatro tendencias.
Las cuatro tendencias se refieren a nuestra manera de responder a dos clases de expectativas que enfrentamos a diario, las externas, que provienen del trabajo y la sociedad, y las internas, que nos fijamos nosotros mismos. La primera de las cuatro tendencias es la de los favorecedores. Son personas que sopresalen en el cumplimiento de expectativas tanto internas como externas. La segunda es la de los cuestionadores. Personas que cumplen las expectativas internas, pero ponen en duda y rechazan las externas. La segunda es la de los cuestionadores.
Personas que cumplen las expectativas internas, pero ponen en duda y rechazan las externas. La tercera es la de los complacientes. Personas que afrontan bien las expectativas externas, pero tienen dificultades con las propias. Y la cuarta es la de los rebeldes, que se resisten tanto a las expectativas internas como a las externas.
El caso de la amiga de Ruben, que se distinguía en la carrera cuando tenía entrenador y equipo, pero sola no tenía tiempo, es el ejemplo típico del complaciente, que necesita una fuente externa de responsabilidad. Como veremos en los siguientes resúmenes, ninguna de estas categorías es mala en sí misma ni está pensada para que se sientan arrinconados o condenados a dificultades de por vida. El objetivo es que sirvan como herramientas para conocer más su carácter y el de aquellos con quienes trabajan y viven, a fin de que sean individuos más seguros de sí mismos y más productivos.
Los favorecedores son personas confiables que se cuidan, pero enfrentan retos.
Ante todo, deben saber que la autora, Gretchen Rubin, encaja perfectamente en la categoría de favorecedora, por lo que podría estar un poco sesgada hacia ésta. A primera vista, parecería que los favorecedores son la categoría ideal, pues suelen ser personas muy confiables y productivas. Como responden bien tanto a las expectativas que otros fijan en ellos como a las que ellos mismos se fijan, hacen su trabajo con eficiencia y reservan tiempo para sí mismos.
En otras palabras, un favorecedor es la clase de persona a la que no le cuesta llegar a tiempo al trabajo ni dormir ocho horas completas. Para cerciorarse de hacer el trabajo que se les asigna y sus tareas personales, a los favorecedores les gustan los horarios, las listas de quehaceres pendientes y entender bien lo que se espera de ellos. Los favorecedores se sienten muy satisfechos al cumplir las expectativas y seguir las reglas, lo cual implica que llevar una vida disciplinada los gratifica y libera. De hecho, un buen lema para los favorecedores es, la disciplina da libertad. Sin embargo, esta tendencia no está exenta de retos, como puede confirmarlo quien haya vivido con un favorecedor. Por ejemplo, pueden estar tan dispuestos a seguir las reglas que no hacen preguntas y terminan cumpliendo ciegamente instrucciones dañinas o simplemente malas.
También son el tipo de personas más propensas a ser alcahuetas y las menos propensas a aceptar el cambio. Los favorecedores también pueden experimentar lo que se conoce como fortalecimiento, que es lo opuesto a la forma en que otros experimentan un hábito nuevo. Cuando comienzan una nueva dieta más saludable, quizás se apeguen a ella durante unos días y luego la abandonen poco a poco a medida que vuelven a sus alimentos reconfortantes habituales. En cambio, un favorecedor puede adoptar un hábito con desgana, pero con el tiempo éste se fortalece, se consolida y ejerce más control sobre su vida.
Los favorecedores deben recibir instrucciones claras y sus frustraciones se atienden mejor con comprensión.
A menudo, los favorecedores interactúan fácilmente con los médicos y gerentes, pues aceptan órdenes de buena gana y aspiran a complacer. Si tienen a cargo un favorecedor, la mejor recomendación es asegurarse de darle instrucciones claras y precisas. Una vez que los favorecedores saben bien cuáles son las prioridades y qué se espera de ellos, pueden ocuparse solos del trabajo.
Por regla general, son emprendedores, por lo que no necesitan mucha microgestión. Sin embargo, es posible que les cueste delegar obligaciones y adaptarse a los cambios de procedimientos. Por eso, si ven que el trabajo se acumula o si se han modificado los procedimientos, quizá les convenga revisar si ellos necesitan ayuda. Los favorecedores son excelentes jefes y gerentes, pero algunas cuestiones pueden hacerlos sentir muy frustrados. Es posible que los individuos que cumplen con las cuatro tendencias tengan problemas para entender por qué los demás no son como ellos. En consecuencia, los favorecedores quizá se sientan frustrados y se impacienten con quienes no cumplen las expectativas, no entienden por qué algunas personas no pueden concentrarse en una tarea y hacerla.
Esto también implica que pueden molestarse y ser hostiles cuando alguien comete un error, y ponerse a la defensiva o flagelarse por un error del que son responsables. El temor de cometer un error es tan fuerte que los favorecedores evitan aprovechar una buena oportunidad como un ascenso, si perciben la posibilidad de fallar. Para el cónyuge o la pareja de un favorecedor, lidiar con estos rasgos es cuestión de comprensión y tolerancia. Recuerden que los favorecedores quieren cumplir las expectativas, así que pueden ayudarlos evitando, por ejemplo, cambios espontáneos o planes casuales que no se han pensado bien. Esto se debe a que los favorecedores están ansiosos por complacer, de modo que pueden aferrarse a una mal idea y pensar que deben perseverar hasta el final.
Los cuestionadores se resisten a satisfacer las necesidades de los demás, y su modo de ser puede resultar un beneficio y un obstáculo a la vez.
Estoy dispuesto a ayudar, pero tienes que convencerme de que vale la pena mi tiempo. ¿Les resulta conocido? Es la actitud típica de la segunda tendencia, la del cuestionador.
Los cuestionadores hacen un excelente trabajo cuando se trata de fijar y cumplir sus propias expectativas, pero se oponen a las expectativas ajenas y sienten un fuerte deseo de cuestionar todo. La declaración que mejor define a un cuestionador es, «Hago lo que tiene sentido, incluso si eso implica ignorar las reglas o expectativas de los demás». A diferencia de los favorecedores, un cuestionador no seguirá las instrucciones solo porque usted desea los jefes, ni siquiera porque sea un procedimiento que se ha seguido durante años. Quieren saber por qué hicieron esa regla y si es justa o no. Como pueden suponer, a veces es agotador tratar con cuestionadores, pero su naturaleza puede volverlos enormemente valiosos. Como no creen en las reglas ni los procedimientos, son excelentes para identificar las maneras en que se puede mejorar algo.
Los cuestionadores siempre piensan que hay una mejor manera de hacer las cosas, por eso son la opción más idónea para una empresa que quiere mantenerse a la vanguardia. ¿Por qué usamos este software? ¿Qué beneficio ofrece esta política? ¿Por qué necesitamos reuniones semanales? Es el tipo de preguntas desafiantes que hacen, lo que puede resultar de enorme utilidad para cualquier empresa, siempre que los directivos busquen ideas novedosas y no consideren que las preguntas sean actos de insubordinación. Y para otras empresas, un cuestionador no es un buen elemento para el trabajo en equipo.
Por otra parte, la naturaleza del cuestionador puede ser un obstáculo si se produce parálisis del análisis. El principal motivo de las preguntas es asegurarse de que se están tomando las decisiones correctas e incluso algo tan simple como comprar una lavadora puede generar días de investigación para elegir la mejor opción. Pero a veces esto puede hacer que el cuestionador se sienta abrumado y no pueda tomar una decisión. En otras palabras, experimenta una parálisis del análisis.
Los cuestionadores necesitan justificaciones claras. A su vez, no les gusta ser cuestionados y deben evitar ciertos empleos complicados.
¿Alguna vez los ha sacado de quicio un niño que constantemente pregunta ¿pero por qué? ¿a cada respuesta que le dan? Entonces ya tienen alguna experiencia en el trato con un cuestionador.
La clave para tratar con cuestionadores es proporcionar argumentos y explicaciones precisas al asignarles una tarea. Si quieren que su pareja cuestionadora compre pan en el camino de regreso a casa, no se limiten a enviarle un texto que diga, Por favor, trae pan, gracias. Aunque quizá les exija un poco de esfuerzo extra, evitarán muchas dificultades siendo precisos y pidiéndole que sea pan de masa madre con corteza porque su mamá viene a cenar y es su favorito, y también porque irá perfectamente con la sopa que están preparando. Con esta explicación, se asegurarán de evitar preguntas de aclaración. Otra cosa que deben tener presente es que a los cuestionadores no les gusta ser cuestionados. Si esta les parece la ironía perfecta, tienen razón, pero lo cierto es que los cuestionadores suelen ofenderse cuando alguien cuestiona sus motivos o argumentos.
Quizá se deba a que toman decisiones de manera tan consciente que sienten que lo que decidieron se debe ver como algo indiscutiblemente lógico. Sin embargo, a los cuestionadores les gusta compartir su conocimiento, por lo que ustedes pueden evitar herir sus sentimientos formulando adecuadamente sus preguntas. Entonces, en vez de decir, ¿por qué haces eso?, pregúntenles algo como, ¿cómo llegaste a esta conclusión? Aunque los cuestionadores pueden ser excelentes en cualquier empleo, hay algunas situaciones que deberían evitar.
Muchos cuestionadores tienen éxito en cargos de investigación intensa y empleos de auditoría acordes con su naturaleza inquisitiva y su talento para mejorar la eficiencia. Pero los empleos que requieran muchas decisiones, como diseñar una casa, es mejor dejarlos en manos de personas que no tiendan a caer en la parálisis del análisis. Son empleos más idóneos para quienes sobresalen en la toma de decisiones rápidas.
Los complacientes tienen dificultad para alcanzar sus expectativas, pero esto se puede resolver creando una fuente externa de responsabilidad.
¿Conocen a alguien que siempre antepone los intereses de los demás a los propios? ¿Alguien que no tiene inconveniente en trabajar horas extras para ayudar a su jefe, pero se siente incómodo si pide un día libre? Son los rasgos característicos de los complacientes, personas que se distinguen en el cumplimiento de las expectativas externas, pero tienen dificultad para satisfacer las internas.
Algunas de las tareas cotidianas con las que los complacientes tienen dificultad son hacer ejercicio, tomar un curso en línea o realizar gran parte de las actividades que requieren motivación propia. En cambio, son muy eficaces para cumplir las exigencias de los demás. De hecho, como los complacientes constituyen el grupo más grande de los cuatro tipos, son los cimientos de la sociedad. Aún así, deben hacer un enorme esfuerzo para tenerse a sí mismos el mismo respeto que les tienen a los demás. Sin embargo, hay una manera confiable de corregir este desequilibrio enfermizo. Convertir las expectativas internas en externas.
De este modo, los complacientes pueden crear la fuente externa de responsabilidad que necesitan para movilizarse. Supongamos que ustedes viven solos y tienen dificultad para mantener la casa limpia, a menos que estén esperando visitas. A algunas personas les basta imaginar que vienen visitas en camino para ponerse a hacer la limpieza. Otras invitan gente a su casa con la exclusiva finalidad de crear la fuente de responsabilidad que necesitan para ordenar la casa. Otro método es imaginar la amenaza de una multa. Algunos complacientes encuentran la motivación que necesitan para hacer ejercicio con regularidad en el hecho de que el gimnasio les cobra un adicional si no asisten a sus citas.
Pero el dinero no es suficiente. La responsabilidad necesaria solo se logra cuando también existe la amenaza de decepcionar a una persona real. Los complacientes pueden volverse muy creativos en este sentido, por ejemplo, intercambiando con otra persona su equipo para hacer ejercicio. Así, si no asisten con el equipo, la otra persona no podrá hacer ejercicio. Es exactamente la clase de responsabilidad que muchos complacientes necesitan para hacer algo en beneficio propio.
Tal vez la categoría más dura sea la de los complacientes, por lo que es posible que ellos obtengan el mayor provecho de entender las cuatro tendencias.
Si el último resumen les suena muy familiar, quizá también les resulte habitual que la gente les diga que deberían ser más egoístas. Es posible que también sientan algo de vergüenza al tener que recurrir a fuentes externas de responsabilidad para cuidarse a sí mismos. De hecho, la categoría de los complacientes puede ser la más difícil de las cuatro tendencias.
Más de dos tercios de los complacientes dicen sentir frustración porque les cuesta dedicarse tiempo. La baja autoestima también es común y puede empeorar a causa de favorecedores ignorantes que tildan a los complacientes de perezosos por no hacer ejercicio. Esta frustración puede estallar en la rebelión del complaciente, que se da cuando un complaciente explota porque dan por sentado su complacencia, lo tratan injustamente o lo denigran como perezoso o patético. En esos momentos, es posible que renuncie a su trabajo o termine con una pareja. Otros complacientes quizá superen los momentos difíciles mediante pequeños desafíos, como llegar tarde deliberadamente al trabajo o negarse a preparar una presentación. Pero los desafíos, a menudo, solo sirven como autosabotaje para el complaciente, pues se trata de infracciones que ameritan el despido.
Como los complacientes suelen tener la mayoría de los problemas, les resulta útil conocer las cuatro tendencias para obtener los mayores beneficios. Muchas personas se benefician con el solo hecho de descubrir estas categorías y ver que todas tienen sentido. Al conocer esta información, se dan cuenta de que es parte de la naturaleza humana y no un defecto personal. Pueden empezar a crear una fuente externa de responsabilidad y mejorar su bienestar.
Muchos complacientes han tenido que lidiar con jefes y terapeutas que no escuchan sus peticiones de responsabilidad y les dicen que crezcan y aprendan a ser responsables de sus vidas. ¡Ni que fuera tan fácil! A medida que más personas de otras categorías descubran las cuatro tendencias, también podrán facilitarles la vida a los complacientes. Se darán cuenta de que en realidad no son perezosos y solo necesitan cierta supervisión.
Los rebeldes se resisten a cumplir ambos tipos de expectativas y a recibir órdenes.
Llegamos finalmente a la cuarta tendencia, los rebeldes, cuyo lema podría ser, no puedes obligarme y yo tampoco. Porque el rebelde no solo se resiste a cumplir las expectativas externas, sino también las propias. Los rebeldes giran en torno al individualismo y quieren que todo lo que hagan sea reflejo de su ser particular.
En consecuencia, rechazan todo lo que pueda ser una expectativa. Si esto les parece extremo, tengan presente que los rebeldes son el grupo más pequeño de las cuatro tendencias. También es cierto que a este grupo le encanta desafiar los supuestos y demostrar que la gente se equivoca. Pero si bien los rebeldes detestan que les den órdenes, están dispuestos a trabajar duro. Todo es cuestión de enmarcar la situación de manera que los rebeldes sientan que son ellos los que toman la decisión. Si ustedes son padres, maestros o jefes de un rebelde, saben que puede ser un reto lidiar con su actitud.
Si le envían al rebelde un correo electrónico con el título, léelo por favor, no debería sorprenderles si lo elimina de inmediato. A un rebelde no deben darle ninguna clase de orden directa, pero si le facilitan la información necesaria, le explican las posibles consecuencias y le dan la libertad de decidir por sí mismo, tienen muchas probabilidades de obtener el resultado que buscan. Por lo tanto, proporciónenle detalles de la situación actual, las consecuencias de las distintas opciones posibles y luego aléjense. Así le darán el espacio necesario para que decida por su cuenta. Si el público mira fijamente al rebelde esperando que decida, también sentirá como si lo estuvieran mandando. En vez de reunámonos dentro de una semana, prueben a decir algo como, «Reunámonos cuando quieras. Tengo libre la semana que viene, así que, por mí, podría ser entonces».
Los rebeldes pueden sentirse frustrados consigo mismos, pero hay maneras de que cumplan sus expectativas.
Al igual que los complacientes, los rebeldes pueden tener dificultad para cuidarse y cumplir sus expectativas internas. Aunque pueda ser por diferentes razones, como para evitar ser conformistas, el resultado a veces es el mismo. Incluso si un rebelde quiere hacer ejercicio y llevar una dieta saludable, tal vez se frustre al no poder perseverar en actividades programadas y al no poder hacer lo que le guste.
Ser auténtico es la principal prioridad de un rebelde, por lo que el secreto para cumplir sus expectativas es alinear su identidad a sus metas. Por ejemplo, si ustedes son rebeldes y tienen dificultad para mantenerse en forma y comer de manera saludable, incorporen a su identidad ser un excelente chef y un obsesivo del estado físico. Una vez que los hábitos se adquieran, una comida bien preparada y practicar yoga formarán parte integral de lo que son. Otros rebeldes han usado la actuación para superar estas barreras propias de su tendencia. En consecuencia, si necesitan pagar las facturas, aunque cada célula de su ser diga que hacerlo es la peor forma de ser un absurdo conformista, jueguen a ser contadores durante el tiempo que les lleve superarlo. Otra manera de adoptar una actitud saludable es poner a la mente rebelde en contra de las empresas que quieren hacerle comer comida chatarra, fumar cigarrillos y beber alcohol.
Entonces, si están tratando de fijarse expectativas internas relacionadas con dejar estos vicios, siempre pueden adoptar el ángulo anticorporación. Un método que ha resultado bastante confiable para fijar expectativas internas en un rebelde es la apuesta. Ha funcionado bien para los seres queridos de los rebeldes y lo único necesario es decir algo como, Apuesto a que no puedes dejar de fumar. A los rebeldes les encantan los retos, así como demostrar que alguien está equivocado, por lo que esta forma de psicología inversa es asombrosamente eficaz.
Sea cual sea su tendencia, estar mejor informados sobre sí mismos puede ayudarles a tener éxito en el trabajo y en la vida.
Quizá piensen que el único empleo posible para un favorecedor tendría que consistir en cumplir reglas, ya que los favorecedores ansían satisfacer las expectativas, pero es una mirada miope sobre lo que nos dicen las tendencias. Es cierto que nuestra tendencia puede ayudarnos a entender mejor nuestras aptitudes y debilidades, pero la idea de estas categorías no es limitar a nadie a ciertas funciones. La autora estuvo en una cena con varios favorecedores que coincidieron en que las personas de su tendencia eran los mejores líderes empresariales, pues anteponían los intereses de la empresa a los propios.
Pero si se tratara de un grupo de cuestionadores, probablemente coincidirían en que su tendencia genera los mejores directores generales. Lo cierto es que cualquier tipo de persona puede ser un excelente líder y, si ustedes quieren tener éxito, deberían saber más sobre sí mismos, incluidas sus aptitudes y debilidades. Y así es justamente como las cuatro tendencias pueden ser útiles para todos y cada uno de nosotros. Ningún tipo es mejor que otro, pues todos tienen aptitudes y debilidades, y conocerlas les permitirá entenderse a sí mismos, a su pareja, compañeros de trabajo, jefes y familiares. Si ustedes son favorecedores y su pareja es un cuestionador, las cuatro tendencias pueden ayudarles a entender por qué se atraen. Es probable que a ustedes les guste que su pareja haga las preguntas que no se sienten cómodos de hacer.
En el trabajo y en la vida puede ser muy útil conocer las características de las cuatro tendencias. Este es un breve recordatorio para tener presente. Los favorecedores quieren que les digan lo que se debe hacer, valoran la autosuficiencia y el rendimiento. Los cuestionadores quieren que otros justifiquen lo que se debe hacer, valoran los argumentos y las razones. Los complacientes quieren que se los responsabilice por lo que se debe hacer, valoran el trabajo en equipo y el deber. Los rebeldes quieren que los dejen decidir lo que se debe hacer, valoran la libertad y el individualismo.
Así como ningún tipo es más exitoso que otro, tampoco hay uno que genere más felicidad que otro. Lo que sí aumenta la felicidad es conocernos mejor a nosotros mismos.
Resumen final
El mensaje clave de este libro es: La clave de la felicidad es conocer sus aptitudes y debilidades, que, en conjunto, se conocen como su tendencia. Una vez que conozcan estos aspectos de sí mismos, podrán empezar a adaptarse y compensarlos. Nadie es perfecto y podemos facilitarnos mucho la vida evitando las dificultades y aprovechando nuestras cualidades. Consejos prácticos Creen señalizaciones que funcionen para los cuatro tipos. ¿La cocina o el baño de su lugar de trabajo son un desastre?
No creen señalizaciones que manden a las personas, pues motivarían a los rebeldes de la oficina a ser deliberadamente desordenados. En cambio, hagan una señalización que les dé información, consecuencias y opciones. Podría decir, un lugar de trabajo desordenado muestra falta de respeto y puede afectar la moral. Por favor, sea profesional y ayúdenos a mantener limpia el área.