La quietud es la clave: Piensa con claridad, evita distracciones, controla tus impulsos y sé feliz (2019) nos muestra la importancia de la quietud: la capacidad de pensar claramente, evitar distracciones, controlar los impulsos y hallar la felicidad. Basándose en la sabiduría de los filósofos más importantes de la historia y en los hábitos de destacados atletas, líderes y artistas, estos resúmenes muestran cómo, si logramos la quietud, podremos encontrar satisfacción y alcanzar el éxito en la vida.
¿Qué beneficio ofrece? Aprendan a aprovechar el poder de la quietud.
¿Cuándo fue la última vez que hicieron una pausa? ¿Dejaron de lado sus dispositivos? ¿Ignoraron las notificaciones y se quedaron un momento en silencio? ¿Eligieron estar presentes, pensar y reflexionar? En el mundo actual, tan ajetreado, ruidoso y sin pausa, es difícil estar quieto. Pero los mejores pensadores y líderes de la historia han reconocido que la quietud es un arma secreta. La quietud aporta momentos de gran claridad y creatividad.
Ayuda a dominar el temperamento y genera el espacio necesario para apreciar y disfrutar lo placentero de la vida. Estos resúmenes demuestran que la quietud no consiste en la inactividad. Se trata de momentos intensos que pueden cambiar la vida. Cualquiera puede aprender a estar en quietud, incluso mientras el mundo sigue girando a su alrededor. Advertencia sobre el contenido. En el resumen 6 se utiliza lenguaje fuerte.
En un mundo ajetreado y ruidoso, la quietud es la clave para tener paz, claridad y felicidad.
Un día, en la Roma del siglo I d. C., el importante político y filósofo Lucio Aneo Seneca intentaba trabajar. No era fácil.
El ruido en el entorno de Seneca era implacable. Desde los gruñidos de los atletas que dejaban caer las pesas en el gimnasio debajo de su habitación, hasta los ladridos de los perros y los gritos de los vendedores que llegaban desde la calle. El entorno interior de Seneca era igualmente caótico. Sus finanzas estaban amenazadas, sus enemigos lo habían apartado de la vida política y estaba perdiendo el favor de sus mecenas, el emperador Nerón. En definitiva, no era una situación propicia para hacer algo, y mucho menos para dedicarse a algo productivo como la reflexión profunda, la creatividad y la toma de decisiones. Es un problema con el cual muchos de nosotros nos enfrentamos en la actualidad.
En nuestra época, todo es todavía más ruidoso. Al parloteo y bullicio del entorno de Seneca, podemos añadir las conversaciones ruidosas de los teléfonos móviles y los aviones que pasan por encima de nuestras cabezas. Estamos estresados por las bandejas de entrada desbordadas de correos y el flujo constante de notificaciones de las redes sociales. Entonces, ¿qué podemos hacer? Seneca pudo encontrar la paz en medio del ruido, amparándose en la quietud. El mensaje clave aquí es, en un mundo ajetreado y ruidoso, la quietud es la clave para tener paz, claridad y felicidad.
¿Qué es la quietud? Puede parecer algo abstracto, pero la conocerán cuando la experimenten. Si alguna vez pudieron concentrarse tan profundamente que vieron un destello de sabiduría, entonces saben lo que es la quietud. Si alguna vez se pararon, delante de un público, para volcar meses de práctica en una presentación única y eficaz, eso es la quietud. Si alguna vez han observado la lenta salida del sol de la mañana y han sentido calor interior simplemente por estar vivos, seguramente sintieron la quietud. En un estado de quietud, como dice el poeta Rainer María Rilke, nos sentimos plenos y completos.
Todo lo azaroso e impreciso enmudece, escribe Rilke. Por eso Seneca podía silenciar su caótico entorno interior y exterior y encontrar la serenidad necesaria para escribir incisivos y eficaces ensayos filosóficos que influyen hoy en día en millones de personas. Seneca creía que, si las personas podían encontrar la paz en su interior, seguirían siendo capaces de pensar, trabajar y estar bien, aunque el mundo a su alrededor estuviera en guerra. Seneca vivió hace miles de años. Pero el poder de la quietud perdura. En todo el mundo, los filósofos y las religiones han adoptado la quietud y le han asignado múltiples nombres.
Los budistas hablaban de Upeka, los musulmanes de Aslama, los cristianos de Equanimitas. La quietud se puede encontrar en todo el mundo y a lo largo de la historia. En los siguientes resúmenes veremos más detenidamente cómo conseguirla por nuestra cuenta.
Disminuir el ritmo y resistir a nuestros sentimientos viscerales puede hacernos superar las crisis más difíciles.
El 15 de octubre de 1962, John F. Kennedy se despertó en un mundo que había cambiado drásticamente. Mientras él dormía, la CIA había identificado la construcción de varios misiles nucleares soviéticos en Cuba, a solo kilómetros de la costa estadounidense. De repente su país era amenazado por la posibilidad de un ataque nuclear.
Fue un momento de tremenda presión para Kennedy, que sabía que, si la provocación soviética desencadenaba una guerra, probablemente morirían al menos 70 millones de personas en los ataques nucleares iniciales. El consejo de sus asesores fue claro y completamente instintivo. A la agresión hay que responder con más agresión, por lo que había que destruir los emplazamientos de los misiles. El problema era que, si este enfoque fallaba, se desencadenaría una catastrófica guerra nuclear. Los trece días que siguieron se conocieron como la crisis de los misiles de Cuba. Y, a pesar de todo lo que estaba en juego, Kennedy pudo soportar el inmenso peso sobre sus hombros.
¿Y cómo pudo pensar con claridad y superar la crisis con éxito? El mensaje clave aquí es que disminuir el ritmo y resistir a nuestros sentimientos viscerales puede hacernos superar las crisis más difíciles. En primer lugar, Kennedy hizo una pausa. En vez de tomar una decisión apresurada, decidió reflexionar. Sus notas manuscritas de esa época son la prueba de una especie de proceso meditativo. En una página tras otra escribió «misil, misil, misil» o «líderes, líderes, líderes».
En un bloc de notas dibujó dos veleros que navegaban tranquilamente. Como no tenía tiempo para salir a navegar, Kennedy decidió nadar en la piscina de la Casa Blanca para darse tiempo para pensar. También buscó la paz y la soledad en el Jardín de las Rosas. Más tarde, incluso le agradeció al jardinero residente por su ayuda para solucionar la crisis. Finalmente, anunció el bloqueo de Cuba. Esto no resolvió la crisis porque no generó un resultado rápido.
Pero Kennedy quería asegurarse de que el presidente soviético, Nikita Khrushchev, también tuviera tiempo y espacio para pensar. Y Khrushchev así lo hizo. Once días después de que se inició la crisis, el líder soviético le escribió a Kennedy. «Si los líderes no demuestran tener la sabiduría de un estadista —escribió—, chocarán entre sí y se aniquilarán mutuamente».
Cuando la crisis terminó, comenzaron las negociaciones sobre el retiro de los misiles. Kennedy había ayudado a evitar un cataclismo global. No lo hizo a través de una demostración de fuerzas o de una amenaza de agresión, sino buscando tiempo y espacio, la tranquilidad necesaria, para pensar en sus opciones y elegir el camino más sensato.
Estén presentes y limiten las intervenciones en su vida.
En 2010, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, la artista Marina Abramovic convirtió la quietud en una proeza de resistencia. Durante 750 horas a lo largo de 79 días permaneció sentada, quieta y en silencio, y plenamente presente en todo momento. Compartió su quietud con los más de 1.500 desconocidos que pasaron a visitarla.
Hora tras hora, día tras día, entraban personas al museo. Y en cada oportunidad, ella se tomaba un momento para mirar hacia abajo, se serenaba, y luego miraba a su nuevo visitante. Sabía que la persona que tenía enfrente se daría cuenta al instante si ella empezaba a soñar despierta o mostraba cansancio o aburrimiento, así que se concentraba únicamente en el momento presente. El mensaje clave aquí es «estén presentes y limiten las intervenciones en su vida». A los visitantes que se sentaron frente a Abramovic, la experiencia les resultó muy emocionante. Algunos incluso lloraron porque es muy rara la sensación de estar ante otra persona tan plena y completamente presente.
Esto se debe a que, hoy en día, la mayoría de las veces intentamos escapar del momento. En lugar de disfrutar simplemente de una hermosa puesta de sol, le sacamos una foto. O, si alguna vez tenemos una tarde tranquila en casa, nuestra mente recorre listas de cosas pendientes por hacer. Mientras hacemos la fila para ver a Marina Abramovic, revisamos nuestros teléfonos celulares. No es extraño que nos cueste estar presentes, ya que nos bombardean continuamente con información. Sentimos una necesidad urgente de estar al tanto de todo lo que pasa, de leer cada correo electrónico, consultar las noticias varias veces al día y visualizar en tiempo real las novedades sobre las vidas de nuestros amigos en las redes sociales.
En cambio, lo que deberíamos hacer es tomar una lección de vida de Napoleón. El gran general retrasaba deliberadamente la respuesta a la correspondencia que recibía. Le indicó a su secretario que esperara tres semanas completas antes de abrir cualquier carta. Cuando por fin se enteraba de lo que le habían escrito, Napoleón disfrutaba observando cómo muchas veces el asunto supuestamente urgente se había solucionado por sí solo. Esto no quiere decir que Napoleón fuera negligente, pero tenía la sabiduría de seleccionar y limitar sus intervenciones. A sus mensajeros les dijo que nunca lo despertaran con buenas noticias si estaba durmiendo.
Eso podía esperar. Pero las malas noticias exigían que lo despertaran de inmediato. «Porque entonces —decía Napoleón— no hay tiempo que perder. Hay que tener un poco de disciplina». Utilicen la función de no molestar para bloquear las llamadas. Desvíen los correos electrónicos a subcarpetas.
Dejen de estar en contacto con personas tóxicas que solo les traen problemas innecesarios a su vida. Adopten una perspectiva más filosófica y a largo plazo, en lugar de seguir los acontecimientos del mundo segundo a segundo. Silencien las interminables intervenciones, el ruido del mundo, y encontrarán la quietud.
Escribir en un diario puede ayudarnos a reflexionar profundamente sobre nuestra vida y a pensar con claridad.
El 12 de junio de 1942, Anna Frank escribió en su diario por primera vez. Esperaba poder confiarle todo al diario, escribió, y que se convirtiera en una fuente de consuelo para ella. Apenas veinticuatro horas después, la familia de Anna se vio obligada a esconderse de los nazis.
Anna continuó escribiendo en su diario, un hábito que le permitió adquirir valiosos conocimientos, incluso en las terribles circunstancias en las que se encontraban ella y su familia. Descubrió que escribir puede ser una forma de observarnos a nosotros mismos, como si fuéramos extraños, para adquirir una nueva perspectiva de nuestras acciones. —¡Qué noble serían todas las personas! —escribió una vez. —Si al final del día revisaran su comportamiento, seguramente todos intentaríamos hacer mejor las cosas al día siguiente. El mensaje clave aquí es.
Escribir en un diario puede ayudarnos a reflexionar profundamente sobre nuestra vida y a pensar con claridad. Sin embargo, Anna Frank no fue la primera en darse cuenta de esto. Nuestro amigo filósofo estoico Seneca, por ejemplo, escribía en su diario todas las noches. No escatimaba en detalles ni evitaba enfrentar ninguna cruda verdad. Según decía, después dormía profundamente. La historia está llena de otros personajes notables que llevaban un diario, como Oscar Wilde, la reina Victoria, la campeona de tenis Martina Navratilova y la estrella del béisbol Sean Green.
Y esto no nos sorprende. Hay pruebas contundentes de que llevar un diario mejora nuestro bienestar. Los estudios han demostrado que escribir en un diario ayuda a recuperar el bienestar luego de un evento traumático. Un estudio de la Universidad de Arizona reveló que las personas divorciadas pueden seguir adelante con mayor facilidad si anotan sus experiencias en un diario. Así que, para cortar con el ruido de la vida diaria y centrarse en las reflexiones más importantes del día, prueben tomando un lápiz y un papel. Y, cuando lo hagan, sigan el ejemplo de Seneca y asegúrense de encarar las preguntas difíciles que les surjan.
Por ejemplo, ¿por qué me puse tan nervioso hoy? ¿Por qué me preocupa impresionar a mis compañeros de trabajo? ¿De qué manera los problemas de hoy revelan mi carácter? Si se enfrentan a estas preguntas en forma honesta y reflexiva, se asegurarán de sacar el máximo partido del diario. ¿Cuál es la mejor manera de empezar? En realidad, el cómo, el cuándo y el dónde no son tan importantes.
Lo que realmente importa es generar un momento de tranquilidad para desahogarse, encontrar la calma a través de la escritura y la reflexión. Escriban en el diario por la noche, por la mañana o durante cinco minutos mientras van sentados en el tren. Siempre que puedan, en realidad, puede que ese sea el momento más importante de todo el día.
Cultivar el silencio los ayudará a escuchar de verdad.
La vida es ruidosa. Los teléfonos y las notificaciones suenan, y muchos de nosotros usamos auriculares a diario para bloquear el ruido no deseado con un nuevo ruido. El mensaje clave aquí es, cultivar el silencio los ayudará a escuchar de verdad.
Sentados en un avión sin ningún lugar a dónde ir, podemos ver lo mucho que confiamos en el ruido para evitar el silencio. Miramos películas terribles o escuchamos podcast en lugar de sentarnos en silencio y contemplar nuestros propios pensamientos. Pero, ¿por qué entregamos nuestra mente al ruido que nos distrae cuando, en cambio, podríamos aprovechar los grandes beneficios que nos ofrece el silencio? Esto es algo que el compositor de música experimental John Cage comprendió plenamente. A Cage siempre le fascinó el silencio. En 1928, durante un concurso de oratoria en la escuela secundaria, llegó a argumentar que en los Estados Unidos debería establecerse el Día Nacional del Silencio.
Fue el comienzo de una vida dedicada a explorar el verdadero significado del silencio. La creación más famosa de Cage, titulada 4 minutos 33, es una composición con un giro diferente. Es un tramo de 4 minutos y 33 segundos de silencio ininterrumpido. Durante la primera interpretación de la pieza por parte de un pianista, el público se sentó a escuchar el silencio. Durante el primer movimiento de la pieza, podían oír el viento que soplaba fuera de la sala. Durante el segundo, las gotas de lluvia que golpeaban el techo.
Luego de su presentación, Cage señaló algo importante. El silencio, dijo, no existe realmente. Lo que consideramos silencio no lo es en realidad, porque está lleno de sonidos accidentales. Al darle al agente silencio, Cage los ayudaba a empezar a escuchar de verdad. Hay una lección para todos aquellos cuyas vidas son demasiado ruidosas. El silencio, o la ausencia de ruido, puede ayudarnos a volver a centrarnos y encontrar la claridad, para encontrar la quietud.
El experto en liderazgo, Randall Stuttman, que trabaja con directores generales y líderes de Wall Street, estudió una vez cómo se recargan las pilas estas personalidades del mundo de los negocios durante su tiempo libre. Descubrió que la clave estaba en pasar tiempo en entornos con ruido mínimo, disfrutando de actividades como el ciclismo de larga distancia, la natación o el buceo. En dichos entornos, estos líderes recargaban las energías escapándose de las voces que embarullaban sus vidas laborales. Reducir el ruido de esta manera nos ayuda a descubrir una conexión más profunda con aquello que nos rodea. Eso podría incluir la simple conciencia de la lluvia sobre el techo, mientras un pianista se sienta en silencio frente al piano. O también podría implicar la respuesta a sus problemas empresariales, que aparecen en la cabeza durante su vigésimo kilómetro, pedaleando en bicicleta.
Solo podemos ser verdaderamente felices si tenemos el alma y la mente en paz.
En junio de 2008, Tiger Woods ganó un desempate de 18 hoyos para quedarse con el campeonato de golf US Open por tercera vez. Fue su decimocuarta victoria en un torneo mayor, y algunos la describieron como una de las mejores victorias jamás vistas en este deporte. Y, lo más impresionante, lo hizo con dos lesiones en una pierna.
Fue el clímax de la carrera de Woods. Pero poco después, el mundo del golfista se derrumbó por completo. Durante veintiún días, las portadas del New York Post detallaron sus aventuras con estrellas del porno y camareras, así como sus encuentros en el estacionamiento de una iglesia y con las hijas jóvenes de amigos de la familia. Su vida secreta salió a la luz, y Woods no volvió a ganar un torneo importante durante más de diez años. El mensaje clave aquí es, solo podemos ser verdaderamente felices si tenemos el alma y la mente en paz. Como dijo el monje vietnamita Thich Nhat Hanh, aunque la superficie del océano pueda parecer tranquila, hay corrientes submarinas.
Ese fue sin duda el caso de Tiger Woods, un hombre famoso por su capacidad para encontrar la quietud en momentos de estrés, pero que de hecho estaba a merced de las poderosas corrientes que acechaban bajo la superficie. Esto no nos sorprende al analizar cómo fue criado Tiger Woods para convertirse en un campeón. Su padre, reconociendo que el golf depende de la capacidad de mantener la cabeza despejada, se burlaba de Woods cuando intentaba dar el golpe inicial, llamándolo malnacido o gritando insultos racistas en sus momentos de mayor concentración. Su madre lo amenazó con pegarles y arruinaba su reputación como progenitora. En palabras del propio Woods, lo educaron para ser un asesino a sangre fría en el campo de golf. Y funcionó.
Su educación lo convirtió en un gran campeón, pero también le dejó el alma profundamente perturbada, lo que lo llevó a descuidar y traicionar a su familia en busca de aventuras deshonestas y, en última instancia, insatisfactorias. Más tarde, Woods reflexionó sobre esta época de su vida y se dio cuenta de que, si mientes todo el tiempo, la vida no resulta divertida. La historia de Woods muestra que la búsqueda incansable de cualquier cosa no vale la pena si nos dañamos el alma durante el proceso. Como hemos visto, la quietud es útil para ser más eficaz en los negocios o en el deporte. Pero ¿para qué sirve todo esto si en nuestra vida personal nos parecemos más a los toros furiosos de sangre caliente que a los monjes serenos que pretendemos ser? Podemos alcanzar felicidad y satisfacción en la vida con la quietud del alma.
Dominar el deseo y aceptar que tienen suficiente les permitirá vivir satisfechos.
No todas las conductas de John F. Kennedy durante la crisis de los misiles en Cuba fueron una demostración de los ideales de la quietud. En un momento dado, con las fuerzas estadounidenses y soviéticas al borde del conflicto, Kennedy tuvo una cita con un estudiante de 19 años de Wheaton College en un hotel cercano a la Casa Blanca. El hombre más poderoso del mundo se dejó llevar por sus bajos instintos en un momento crítico.
Pero, si esto les parece sórdido, piensen un momento en qué medida ustedes se dejan llevar por el deseo. Casi todos caemos víctimas del deseo, ya sea de una persona hermosa, del poder, del último iPhone o del dinero. El mensaje clave aquí es, dominar el deseo y aceptar que tienen suficiente les permitirá vivir satisfechos. Si nos dejamos llevar demasiada por nuestros deseos, es más difícil alcanzar la verdadera satisfacción. Esto se debe a que los deseos superficiales, a diferencia de aquellos que conducen a objetivos más nobles, suelen tener un costo. El filósofo griego Epicuro aplicaba una buena prueba para distinguir entre ambos.
Cada vez que se sentía arrastrado por un nuevo deseo, se preguntaba, ¿cómo me sentiré después si realmente consigo lo que quiero? Hacerse esta pregunta los ayudará a centrarse en la resaca y no sólo en el sabor de la bebida, es decir, en el sentimiento de culpa y no sólo en la emoción de la aventura. Una vez que hayan aprendido a controlar sus deseos, puede ser más fácil dar un paso, que es importante para encontrar la calma, aceptar que tienen suficiente. Los escritores Kurt Vonnegut y Joseph Heller asistieron una vez a una fiesta en el elegante palacio de un multimillonario. Vonnegut le preguntó a su amigo qué sentía al saber que su anfitrión probablemente había ganado más ese mismo día que el libro de Heller, Catch-22, en toda su historia. Heller le respondió que él contaba con algo que el multimillonario nunca tendría, el conocimiento de que poseía suficiente.
Heller quería decir que estaba satisfecho con lo que había conseguido. Esta aceptación de que tenemos lo suficiente puede ser algo hermoso, que nos aporta quietud al librarnos de la necesidad de poseer y de la comparación con los demás. Si descubren que están deseando más, recuerden que Heller se contentó con tener lo suficiente. Y sepan que, después de decir esas palabras, Heller siguió escribiendo y publicó seis novelas más, pero no lo hizo para demostrar algo, para sí mismo o para los demás. Cuando un periodista comentó críticamente que Heller no había escrito nada tan bueno como su primera obra, el escritor pudo responder con ecuanimidad, «¿Quién lo hizo?».
Inundarse de belleza puede ayudarlos a calmarse y purificarse.
El 23 de febrero de 1944, Anna Frank subió al ático del pabellón en el que su familia vivía escondida. Ella y Peter, un niño que vivía con ellos y que también era judío, se sentaron en su lugar favorito en el suelo. Miraron a través de una pequeña ventana el mundo del que estaban recluidos, mientras contemplaban el cielo azul brillante, un castaño debajo de ellos y los pájaros que surcaban el aire.
Los dos se quedaron embelezados. Más tarde, Anna escribiría en su diario que mientras existieran el sol y un cielo despejado, no podría estar triste. El mensaje clave aquí es «Inundarse de belleza puede ayudarlos a calmarse y purificarse». Anna Frank escribió que, incluso durante la desgracia, la belleza permanece. Si la buscan, pueden encontrar la felicidad. No es casualidad que la belleza que sostenía Anna y a su amigo Peter procediera de la naturaleza.
Cuando se trata de disfrutar de la verdadera belleza que nos da paz y fortaleza, no hay mejor lugar que el mundo natural. Existe un concepto en Japón llamado Shinrin-yoku, o «baño de bosque». Se trata de una especie de terapia que se basa en la naturaleza para curar los problemas espirituales. Algo parecido a lo que ya comentamos en un resumen anterior, cuando Kennedy encontró la quietud en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca durante la crisis de los misiles en Cuba. Por supuesto, no siempre es posible realizar con frecuencia un baño de bosque. Los que vivimos en la ciudad podemos tener un entorno cercano menos inspirador y no siempre podemos retirarnos a la naturaleza en busca de belleza.
Pero, si podemos sintonizar con las manifestaciones menos obvias de la belleza, comenzamos a verla en todas partes. Ese fue el caso del filósofo y emperador romano Marco Aurelio. Considerado a menudo como un estoico oscuro y depresivo, Marco Aurelio escribió vívidamente sobre cómo encontrar la belleza en lo común y corriente. Habló del modo en el que el pan se parte al hornearse y sus grietas llaman nuestra atención y despiertan nuestro apetito. Incluso encontró la belleza en la muerte. Escribía que deberíamos llegar con elegancia a nuestro lugar de descanso final cayendo como cae una aceituna madura, agradecida al árbol que le dio la vida y le permitió crecer.
Así que no importa dónde se encuentren. Teniendo en cuenta las experiencias inspiradoras de Marco Aurelio y Anna Frank, intenten simplemente observar la belleza que los rodea. La quietud que se encuentra allí puede ser un fenómeno raramente apreciado por muchos de nosotros, pero hay un suministro inagotable de esa quietud presente en el mundo. Solo tienen que tomarse un momento para observar.
La actividad física es importante para la quietud y cultivar un hobby es un buen punto de partida.
En comparación con cualquier persona, la vida de Winston Churchill fue productiva. A los veintiséis años había sido elegido miembro del Parlamento británico. Continuó prestando servicios al gobierno durante seis décadas y media.
Como primer ministro británico en tiempos de guerra, ayudó a derrotar al nazismo. También escribió más de cuarenta libros y pronunció más de dos mil discursos a lo largo de su larga y fecunda vida. Churchill podría parecer la última persona de quien esperaríamos tranquilidad, pero de hecho poseía esa cualidad en abundancia. Y su vida fue un excelente ejemplo de un método particular para aportar paz y tranquilidad incluso a la vida más ajetreada. Cuidarse físicamente. El mensaje clave aquí es, la actividad física es importante para la quietud y cultivar un hobby es un buen punto de partida.
La actividad física elegida por Churchill era la albañilería, lo cual resultaba inusual. Aprendió de dos de sus empleados en su finca de Charwell y pronto se enamoró del meditativo proceso de mezclar la argamasa, extenderla y apilar los ladrillos. En una carta de 1927 al entonces primer ministro Stanley Budwin, Churchill escribió que había disfrutado de un mes increíble. Además de sus obligaciones como ministro, había escrito dos mil palabras al día y también había colocado doscientos ladrillos. Según la hija de Churchill, Mary, la albañilería y la pintura, otro hobby de su padre, eran algo más que simples pasatiempos. También eran sus principales antídotos contra la depresión a la que era propenso.
Ambas actividades le permitían escapar intelectualmente y, sobre todo, ejercitar el cuerpo. Nutrir la mente y cuidar el cuerpo pueden ser grandes pasos para llegar a ser apenas una parte de lo productivo que era Churchill, y tener un pasatiempo es una forma ideal de hacerlo. Por eso, muchas de las grandes figuras de la historia también tuvieron sus hobbies. Una generación antes de Churchill, William Gladstone, quien fue cuatro veces primer ministro del Reino Unido, se dedicaba a talar árboles.
John Cage se convirtió en recolector de hongos y al revolucionario sudamericano Simon Bolívar le gustaba bailar. Piensen qué actividad física podría ayudarlos a liberarse de las presiones de su trabajo o de su vida cotidiana. Encuentren la quietud que halló Gladstone en el golpe de hacha sobre el roble o Churchill en esparcir larga masa sobre el ladrillo. Pero independientemente de lo que elijan, no deben llevar las cosas demasiado lejos, como veremos en nuestro último resumen.
Un descanso apropiado y la moderación los ayudarán a mantenerse en su mejor forma.
Aunque Churchill descubrió el placer de la albañilería en su propia finca, fue posiblemente en Cuba donde hizo el descubrimiento más importante de su vida. No era una estrategia militar ni un recurso teórico. Fue el poder energético de la siesta.
Sin duda, cuidarnos físicamente significa mantenernos activos y encontrar formas de energizarnos y enriquecernos. Pero es fácil centrarse demasiado en la actividad, como hacemos muchos de nosotros en el trabajo. Es demasiado común en nuestra sociedad actual cambiar la salud por unas cuantas horas extra en la oficina. «Dormiré cuando esté muerto», dicen los banqueros, los abogados y los fundadores de empresas emergentes mientras trabajan hasta muy tarde. Pero los verdaderos líderes, los Winston Churchills de este mundo, saben que, por muy activos que seamos, nunca debemos descuidar los sencillos beneficios de un buen descanso. El sueño es algo que hay que proteger porque nos permite rendir al máximo.
El mensaje clave aquí es, un descanso apropiado y la moderación los ayudarán a mantenerse en su mejor forma. El psicólogo Anders Erikson estudió a los maestros del violín y descubrió que dormían un promedio de ocho horas y media cada noche y además disfrutaban de una siesta casi todos los días. Es más, los grandes maestros dormían más que los artistas menos conocidos. Hay algo más que beneficios fisiológicos. Aceptar que necesitan dejar de trabajar y dormir un poco es básicamente una cuestión de conocer sus límites. Y este hábito, el optar por la moderación, conduce también a la quietud.
Muchos de nosotros intentamos hacer demasiado. El príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria de Gran Bretaña en el siglo XIX, fue un ejemplo excelente. No solo se tomaba en serio su papel de príncipe consorte, sino que se lo tomaba demasiado en serio, ya que programaba una serie interminable de reuniones y obligaciones sociales. Se ocupó personalmente de la organización de la Gran Exposición de 1851, una celebración del imperio británico que duró seis meses, y le dedicó años de su vida al proyecto. Cuando finalmente se inauguró, le dijo a su familia que se sentía más muerto que vivo. El evento fue un gran éxito, pero la salud de Alberto nunca se recuperó de este exceso de trabajo.
Cuando murió en 1861, sus médicos creían que el haber trabajado demasiado durante tanto tiempo había dañado de forma crítica su salud. Había trabajado literalmente hasta la muerte. Muchos de nosotros sentimos hoy que siempre hay algo que hacer. Nos decimos que tenemos que responder ese correo electrónico, que tenemos que participar en el viaje de negocios de última hora fuera del Estado. No tenemos que hacerlo. Deténganse.
Estén presentes. Conozcan sus límites. Elijan la moderación. Protejan ese regalo que es su cuerpo. Presten atención a la salud física, espiritual y mental, y podrán cultivar la quietud. Pueden sentir el poder de la quietud en su vida.
Así que frenen todo. Cálmense. Tranquilícense. Adopten la quietud hoy mismo.
Resumen final
El mensaje clave de estos resúmenes: Hay una cualidad clave que comparten las personas verdaderamente increíbles. La capacidad de estar en completa quietud, incluso cuando el caos reina a su alrededor. Todos podríamos beneficiarnos si logramos más quietud, estar más enfocados durante las situaciones de estrés y más concentrados cuando surgen dificultades. Cuando encontramos la quietud, podemos controlar mejor nuestras decisiones y nuestras vidas, en lugar de dejarnos cachetear por el tumultuoso mundo que nos rodea.
Consejos prácticos Desháganse de sus cosas. Nacemos libres de pertenencias y luego empezamos a acumular cosas. Cuanto de todo eso necesitamos realmente. La vida es valiosa cuando acumulamos afectos y experiencias, no chucherías y ropa costosa. Así que tomen unas cuantas bolsas de basura, empiecen a llenarlas. Piensen en esto como una forma de hacer espacio, tanto para la mente como para liberarse de cosas sin importancia.