«Esencialismo» de Greg McKeown

Esencialismo (2014) les enseñará cómo hacer mejor las cosas haciendo menos. Al ofrecer soluciones prácticas para establecer sus prioridades, Esencialismo los ayudará a eliminar todo aquello que no es importante de su rutina y que les impide ser verdaderamente productivos y tener una vida gratificante.

¿Qué beneficio ofrece? Descubran por qué a veces menos, es más.

Hoy en día, la gente siente que debe abarrotar sus agendas al máximo, haciendo todo lo posible para expandir sus horizontes y mejorar sus vidas. En esta era de la abundancia, sentimos que necesitamos tenerlo todo y hacerlo todo. Sin embargo, esta actitud choca con un hecho desafortunado. No podemos hacerlo todo. No podemos ser expertos en todos los campos, no podemos tener todos los juguetes, ni podemos vivir todas las experiencias posibles. No solo eso, sino que tenerlo todo y hacerlo todo no nos hará necesariamente más felices.

De hecho, tendremos nuestros armarios llenos de cosas inútiles que nunca usamos y nuestras agendas llenas de tareas que no podemos completar, o al menos bien. En cambio, deberíamos centrarnos en lo que deberíamos hacer y pensar, en realidad, en lo que es esencial para nuestra felicidad y bienestar. En estos resúmenes, aprenderán todo sobre cómo identificar las cosas esenciales en su vida y qué pueden hacer para eliminar todo lo demás. Esto les brindará la fortaleza mental y emocional necesarias para realizar las tareas más relevantes de la mejor manera posible.

Para evitar hundirse en tareas innecesarias, deben adoptar el principio del esencialismo.

Nuestras vidas están tan repletas de tareas y responsabilidades, pero nos cuesta identificar cuáles son las más importantes para nosotros, es decir, cuáles son nuestra prioridad. Incluso si hacemos un enorme esfuerzo para revisar todas nuestras tareas y elegir aquellas que debemos priorizar, seguimos teniendo demasiado que hacer. Esta sobrecarga de cosas dificulta muchísimo nuestra productividad, pero por suerte, si adoptamos la filosofía del esencialismo, podremos aclarar nuestras prioridades.

El esencialismo se centra en cuatro puntos básicos. Hagan menos, pero háganlo mejor. La piedra angular del esencialismo es la tarea interminable de identificar las cosas menos importantes en su vida para eliminarlas y hacerlas que restan de una forma óptima. Rechacen la noción de que debemos lograrlo todo y, en cambio, elijan rumbos específicos en los que puedan sobresalir. El esencialismo no se trata de hacer pequeños progresos en muchas direcciones diferentes. En cambio, elijan una dirección y hagan grandes avances en las cosas que más les importan.

Háganse preguntas constantemente y actualicen sus planes como corresponde. El proceso de decidir qué vale la pena hacer y qué deben descartar es continuo. El esencialista está siempre evaluando si realmente vale la pena dedicar su tiempo a lo que está haciendo y cómo lo hace. Si debe dedicar su tiempo a lo que está haciendo o si debe invertir su tiempo y energía en algo más productivo.

Si nos sentimos abrumados por nuestras tareas, es normal que perdamos nuestra capacidad de tomar decisiones por nosotros mismos.

Suelen decir, tengo que hacerlo, en lugar de, elijo hacerlo. Si es así, entonces están siguiendo el camino no esencial. Muchos de nosotros perdemos nuestra capacidad de elegir debido a la indefensión aprendida.

Es decir, nos acostumbramos tanto a la sensación de estar abrumados que encaramos nuestras vidas con pasividad. Para explicarlo un poquito mejor, veamos un ejemplo. El término indefensión aprendida se origina en experimentos con perros, donde los animales recibieron descargas eléctricas. A algunos de ellos se les facilitaba una palanca que detendría las descargas. Otros recibían una palanca similar que no tenía ningún efecto, y el último grupo no recibía ninguna descarga. Más tarde, se reunió a los perros de todos los grupos en una gran jaula dividida en dos.

Una mitad administró las descargas y la otra mitad no emitió ninguna. Todos los perros del experimento anterior que tuvieron la oportunidad de detener la descarga o que no experimentaron ninguna descarga, corrieron hacia el lado que estaba libre de descargas. Sin embargo, aquellos perros cuyas palancas no tenían potencia optaron por permanecer en la zona de descargas y no se adaptaron. En otras palabras, habían aprendido a ser indefensos. Si renunciamos a nuestra capacidad para elegir, en esencia le damos permiso a los demás para que elijan por nosotros. Cuando las personas piensan que sus esfuerzos son inútiles, tienden a responder de dos maneras.

Se dan totalmente por vencidos o se vuelven personas demasiado activas y aceptan cada oportunidad que se les presenta. En un principio, su actividad podría indicar que no han desarrollado la indefensión aprendida. Sin embargo, estas personas en realidad no están ejerciendo su poder para elegir la mejor oportunidad para ellos. Simplemente hacen todo. Los que ofrecen las opciones posibles, por otro lado, son quienes tienen el poder real.

Adopten la idea de «menos, pero mejor» y acepten las soluciones intermedias como una parte inherente de la vida.

Si tuvieran el poder de viajar en el tiempo y ganar una fortuna invirtiendo en una empresa, ¿cuál elegirían? ¿IBM? ¿Microsoft? ¿Apple? Si bien el éxito de esas empresas podría convertirlas en una opción obvia para algunos, en realidad podrían obtener una mayor rentabilidad si invirtieran su dinero en Southwest Airlines. De hecho, Southwest Airlines demostró un éxito notable durante un cierto período al concentrarse en uno de los principios clave del esencialismo. Hacer muy bien unas pocas cosas de vital importancia. En lugar de ofrecer a sus clientes muchas opciones como butacas, comidas y reserva de asientos de primera clase, Southwest se enfocó en una cosa. Trasladar a las personas desde el punto A al punto B sin lujos innecesarios.

Se dieron cuenta de que, si intentaban hacer todo, sin duda fracasarían. Sin embargo, si se concentraban en hacer pocas cosas, pero hacerlas muy bien, como llevar a los pasajeros a destino, podrían tener éxito. Adoptar este enfoque implica estar dispuesto y ser capaz de hacer ciertas concesiones, lo que puede resultar difícil. Si bien podría parecer bastante simple eliminar las tareas sin importancia y dejar solo las que son fundamentales, en la práctica terminamos convenciéndonos de que podemos hacerlo todo. Por ejemplo, cuando se hizo evidente el éxito de Southwest, Continental Airlines decidió imitar su estrategia. Sin embargo, en lugar de limitarse a algunos elementos esenciales, Continental decidió erróneamente que podían hacerlo todo.

Su solución fue continuar con su aerolínea tradicional y crear una marca independiente, Continental Light, para ofrecer un servicio económico. Sin embargo, la ineficiencia operativa provocada por seguir sosteniendo ambas estrategias implicó que Continental Light no ofreciera precios competitivos. Al final, como no pudieron sacrificar lo que no era esencial y concentrarse en lo fundamental, perdieron millones. Ahora que se han formado una buena idea de cuánto se desvía la gente del camino del esencialismo, los siguientes resúmenes les mostrarán lo que pueden hacer para retomar la senda.

Darse espacio para alejarse y ver el panorama global los ayudará a distinguir lo vital de lo trivial.

Hoy en día, casi nadie tiene tiempo para aburrirse. Las modernas tecnologías, como nuestros teléfonos inteligentes, nos permiten tener acceso a gran cantidad de información y entretenimiento. Como en realidad a nadie le gusta aburrirse, esto suena genial. Sin embargo, el aburrimiento puede llegar a ser algo bueno. Un período sin nada que hacer puede darles la oportunidad de pensar con claridad sobre lo que necesitan hacer. Para asegurarse de disponer de cierto tiempo de inactividad, planifiquen un descanso en su agenda diaria para poder escaparse y pensar. Crear un espacio libre en su agenda solo para pensar en su vida, qué opciones tienen, qué problemas o desafíos se enfrentan, etc., los ayudará a evaluar cuáles de esas cuestiones son vitales y cuáles no. De hecho, algunas de las mentes más brillantes de la humanidad, como Newton y Einstein, utilizaron esta técnica. Ambos se confinaron en soledad para escapar, lo que les permitió tener tiempo para pensar en sus teorías innovadoras.

Hoy en día, muchos de los directores ejecutivos más exitosos hacen lo mismo. Programan algunas horas de espacio libre en sus agendas todos los días para pensar un poco. Sin embargo, escapar no es simplemente una forma de discriminar las tareas vitales de aquellas que no lo son. También pueden aprovechar para asegurarse de seguir enfocados en la perspectiva global. Las personas a menudo se pierden tanto en las pequeñas tareas del día a día que olvidan la razón por la cual están haciendo las cosas en primer lugar. Para mantener el foco de atención en lo que es importante, el esencialismo nos enseña a concentrarnos siempre en el panorama completo.

Una forma de hacerlo es llevar un diario, pero en lugar de escribir todo lo que experimentan, deberían escribir lo menos posible. Esto les exigirá pensar en todo lo que han hecho y seleccionar solo aquello que consideren esencial. Y a medida que lean las entradas de su diario, verán surgir el panorama general.

Hagan fluir su energía creativa jugando, pero no olviden darse tiempo para descansar.

Lamentablemente, los adultos tenemos la tendencia a establecer una distinción tajante entre el trabajo y el juego, y hemos decidido de antemano que el juego es algo trivial e improductivo. Está ahí únicamente para el entretenimiento y no nos servirá para avanzar hacia el logro de nuestras metas. En otras palabras, es una pérdida de tiempo.

El esencialista, sin embargo, reconoce que el juego es una herramienta vital para la inspiración. Si desean descubrir que es vital en su vida, pueden usar el juego para liberar su mente y encarar las cosas de manera creativa. El juego puede servir para este propósito porque nos ayuda a establecer conexiones novedosas entre las ideas que de otro modo nunca habríamos considerado. Es un antídoto contra el estrés, uno de los factores clave de la improductividad, y nos ayuda a priorizar y analizar tareas. Podemos ver la importancia del juego reflejada en la cultura de ciertas empresas como Twitter, Pixar y Google que promueven el juego ofreciendo a sus empleados clases de comedia, de improvisación o decorando la oficina con un enorme dinosaurio o miles de figuritas de Star Wars. ¿Por qué lo hacen?

Porque saben que un empleado en un entorno lúdico consigue despertar su inspiración y ser más productivo. Pero, a pesar de lo importante que es el juego, nunca debería tener prioridad por encima del descanso y el sueño. Las personas que no adoptan el esencialismo ven el sueño de la misma manera que el juego, como un lujo, una pérdida de horas potencialmente productivas. Este enfoque es totalmente contrario a la realidad, ya que el buen descanso aumenta nuestra capacidad de pensar, conectar las ideas y maximizar la productividad durante las horas de vigilia. En realidad, una hora de sueño produce varias horas más de mayor productividad al día siguiente. De hecho, los estudios han demostrado que pasar 24 horas sin dormir o dormir un promedio semanal de solo 4 a 5 horas por noche causa un deterioro cognitivo equivalente a tener un nivel de alcohol en sangre del 0,1%, suficiente para que les suspendan la licencia de conducir.

No tengan reparos en eliminar cosas que no son esenciales.

A menudo caemos en la trampa de pensar que todas nuestras tareas y responsabilidades son vitales de una u otra forma. Seguramente han experimentado algo similar cuando revisan su armario durante la limpieza de primavera. Comienzan pensando, si nunca lo uso, tiene que desaparecer.

Pero pronto empiezan a hacer excepciones y decir, por ejemplo, ya sé que nunca uso esta camisa con la cara de lobo ahuyado. Pero podría querer usarla algún día. Entonces la guardan y su armario sigue tan abarrotado como antes. ¿Cómo podemos evitar caer en esta trampa? En pocas palabras, lleven sus criterios al extremo. Una forma de hacerlo es adoptando la regla del 90%.

Comiencen por tener en cuenta el criterio más importante para la decisión que tienen que tomar. Por ejemplo, si están limpiando el armario, ese criterio podría ser, me volveré a poner esto. Luego asignen un puntaje de 0 a 100. Con la regla del 90%, cualquier cosa que esté por debajo de 90, incluso un 89, es un 0. Después de considerar todas las opciones, descarten todo lo que obtuvo menos de 90 puntos. Otro método es decidir que, si no es un sí, claro, entonces es definitivamente un no.

Una forma sencilla de poner esto en práctica es enumerar las tres características mínimas que debe tener una cosa para que valga la pena conservarla, así como los tres criterios ideales con los que debe cumplir. Entonces, a la hora de decidir qué cosas conservar, algo debe cumplir con los tres requisitos mínimos y, al menos, con dos de los criterios ideales. Con suerte, pensar de esta manera les permitirá evitar que se les escapen asuntos triviales. Por ejemplo, no hay absolutamente ninguna forma de que la camisa con la cara del lobo aullador en el armario cumpla con los tres requisitos mínimos.

Uno, es elegante. Dos, la usaría todos los días. Tres, nadie se reirá de mí por usarla.

Díganles «no» a las tareas que no son esenciales y planifiquen detalladamente las que son esenciales.

Entonces, ¿qué hacer una vez que han confeccionado una lista de cosas que no son necesarias? Es decir, todo aquello que no es esencial para lograr sus objetivos. Es relativamente fácil deshacerse de una camisa que nunca usan, pero estas decisiones se complican más cuando hay otras personas involucradas.

Solemos tener miedo a decir que no. Nos sentimos socialmente incómodos y presionados para no decepcionar a las personas que nos rodean. Y nos preocupa que al decir que no, podamos perjudicar nuestras relaciones. Sin embargo, muchas veces deberíamos decir que no y reservar el sí solo para las cosas que realmente importan. Para hacerlo, deberán separar la decisión del vínculo con esa persona. El dolor de decir que no puede causar arrepentimiento durante días, más o menos, mientras se sienten preocupados por haber decepcionado a la otra persona o porque se están perdiendo algo.

Pero es posible que si dicen que sí, el arrepentimiento dure mucho más tiempo. Siempre recuerden que la incapacidad para decir que no a las cosas que no son cruciales puede hacerlos perder las oportunidades que son realmente importantes. Una vez que se hayan acostumbrado a decir que no cuando es lo mejor para ustedes, pueden concentrarse en planificar las tareas vitales que sí son relevantes. Pongan en claro sus metas, asignándoles una intención esencial. Un objetivo principal que sea a la vez inspirador y motivador. Imaginen, por ejemplo, que su objetivo es acabar con el hambre en el mundo.

Aunque este objetivo es ciertamente inspirador, no es del todo concreto y, por lo tanto, falla como su intención esencial. Intentar cumplir con un objetivo de esta magnitud será complicado de lograr. Ahora, consideren este objetivo, construir 150 viviendas asequibles, ecológicas y resistentes a las tormentas para las familias que viven en un determinado barrio de su distrito. Este objetivo no solo es inspirador, sino que también es motivador. En otras palabras, su objetivo es muy claro. Una forma de verificar si su objetivo es claro es preguntándose, ¿cómo sabré cuándo he alcanzado mi objetivo? Si pueden responder de manera razonable esta pregunta, pueden hacer un análisis de su objetivo.

Dejen de hacer cosas innecesarias alejándose del fracaso y estableciendo límites.

¿Alguna vez han terminado haciendo algo que sabían que era un desperdicio y que no lo habían hecho? La inclinación al costo irrecuperable es la tendencia a continuar invirtiendo dinero, tiempo, esfuerzo y o energía para conseguir algo que no es necesario. Simplemente porque se habían comprometido a hacerlo. Mucha gente suele tener una inclinación al costo irrecuperable. La inclinación al costo irrecuperable es la tendencia a continuar invirtiendo dinero, tiempo, esfuerzo y o energía en algo que sabemos de antemano que es poco probable que tenga éxito.

Lamentablemente, cada pequeña inversión hace que sea más difícil para nosotros dejarlo ir y, al mismo tiempo, aumenta la cantidad que estamos seguros de que vamos a perder. Para ilustrar esto, consideren la falla espectacular del Jet Concorde. Si bien fue un logro de ingeniería asombroso, su costo hizo que sea poco rentable y lo condenó a convertirse en un fracaso comercial. De todos modos, el gobierno francés y el gobierno británico cayeron en la trampa del costo irrecuperable y continuaron invirtiendo en él durante cuatro décadas, siendo plenamente conscientes de que nunca recuperarían la mayor parte de su dinero. Pueden evitar fácilmente esta trampa si desarrollan el coraje de admitir sus errores y equivocaciones y los dejan ir. Si está claro que algo no va a funcionar, no tengan miedo de reducir sus pérdidas y abandonar el barco.

Además, pueden evitar esta situación si establecen límites claros. Si bien una persona que no es esencialista ve los límites como restricciones innecesarias, de hecho, los límites son básicamente liberadores. Imaginen, por ejemplo, el patio de una escuela en una calle concurrida. En esta escuela, los niños sólo pueden jugar en una pequeña área del patio junto al edificio de la escuela, y los maestros deben vigilar que los niños permanezcan dentro de este perímetro. Pero, ¿y si se instalara un cerco que demarque claramente dónde pueden estar los niños sin correr riesgos? Si fuera así, los maestros podrían usar mejor su tiempo, ya que no tendrían que preocuparse tanto de que los niños estén cerca del tráfico.

Y los niños podrían jugar libremente dentro de ese espacio delimitado. Los límites no tienen por objeto restringirnos, sino hacer que nuestra vida sea más fácil y placentera. Por ejemplo, podrían considerar establecer un límite claro entre el trabajo y la familia. Si sus hijos no tienen permiso para estar en la oficina, entonces no deberían permitir que el trabajo ingrese a su hogar.

Para mantener lo que es importante en primer plano es necesario que eliminen todo aquello que entorpece su camino y que se preparen cuidadosamente.

Una vez que se hayan comprometido con los principios del esencialismo, es hora de lidiar con el último paso, la ejecución. Convertirse en un esencialista exige que identifiquen aquello que entorpece su camino y lo eliminen, en lugar de simplemente buscar formas de evitarlo. Por ejemplo, imaginen que son líderes de los niños exploradores y necesitan llevar al grupo de campamento antes del anochecer.

Para que las cosas sean justas, cada niño explorador lleva similares provisiones en su mochila. Pero tienen un problema. Algunos de los niños exploradores son mucho más rápidos que otros y, por lo tanto, el grupo se dispersa y los niños que vienen detrás corren el riesgo que da rezagados. Su primera solución, no esencial, es hacer paradas de vez en cuando para que los niños rezagados puedan alcanzar a sus compañeros más rápidos. Luego, intentan traer a los niños de atrás y ponerlos al frente para que todos permanezcan juntos, pero esto solo atrasa a todo el grupo. Finalmente, ven la solución esencialista.

Quitar parte del peso de las mochilas de los niños más lentos y ponerlo en las mochilas de los niños más veloces. Al pensar basándose en los principios del esencialismo, eliminaron el problema. Además, pueden evitar obstáculos innecesarios si están adecuadamente preparados. Uno de nuestros mayores errores es asumir que nuestros planes saldrán como esperábamos.

Un esencialista, sin embargo, no piensa de esta manera. En cambio, asume que las cosas podrían salir mal y realiza los preparativos apropiados. Hagan lo que hagan, ya sea llevar a sus hijos a la escuela o hacer una presentación en el trabajo, siempre calculen un margen del 50% del tiempo que esperan que les ocupe esa tarea. De esta manera, siempre pueden tener la posibilidad de corregir cualquier cosa que surja y pueda entorpecerlos.

La vida de un esencialista se centra en la persona, su rutina y su proceder paso a paso.

Si alguna vez han logrado algo en el primer intento, seguramente es porque experimentaron la suerte del principiante. La mayoría de las veces, las cosas no funcionan de esta manera. En realidad, crear el éxito se trata de basarnos en los progresos previos e ir avanzando con pequeños pasos, uno tras otro.

Las pequeñas victorias generan el impulso necesario que nos brinda la confianza para conseguir más éxito. Además, nos permiten mantenernos encaminados al darnos la oportunidad de verificar si estamos yendo en la dirección correcta. Si bien puede ser frustrante dar pequeños pasos, recuerden que las consecuencias de esos pasos, si bien pequeños, pueden ser de gran alcance. Tomemos, por ejemplo, el Departamento de Policía en Richmond, Canadá. Durante años intentaron reducir la tasa de reincidencia empleando medidas radicales, como leyes más estrictas y castigos más fuertes, con malos resultados. Luego decidieron transformar totalmente sus reformas dando pequeños pasos hacia la prevención del delito.

Cuando los policías veían a los jóvenes haciendo algo bueno, como tirar la basura en los contenedores en lugar de tirarla a la calle, les daban una pequeña recompensa, como entradas gratis para ir al cine y a eventos juveniles. Estas medidas ayudaron a mantener a los jóvenes fuera de las calles. Y después de una década de aplicar esta política, la tasa de reincidencia se redujo del 60% a sólo el 8%. Pero, sin importar cuál sea su enfoque, deberán asegurarse de respetarlo mediante el diseño de una rutina. Las rutinas generan un hábito. Así, las cosas difíciles se vuelven más fáciles con el paso del tiempo.

Es prudente, entonces, crear una rutina en sintonía con sus objetivos. Por ejemplo, el entrenador del nadador olímpico Michael Phelps le indicó seguir una rutina durante su entrenamiento. Cada vez que Phelps se iba a dormir y apenas se despertaba por la mañana, tenía que ver un video en cámara lenta de lo que imaginaba que era la carrera perfecta. Phelps luego trataba de replicar este video durante el entrenamiento. Efectivamente, hizo esto durante tanto tiempo que, cuando llegaron los Juegos Olímpicos, sus hábitos se encargaron de todo y nadó la carrera perfecta una y otra vez, lo que le valió varias medallas.

Resumen final

El mensaje clave de este libro, a pesar de lo que pueda parecer, solo unas pocas cosas son realmente vitales para nuestros objetivos y bienestar, y todo lo demás no es importante. Al centrarnos en estas pocas cosas esenciales y aprender a hacer mejor las cosas haciendo menos, podemos tener una vida mucho más productiva y satisfactoria. Consejos prácticos Sean editores. En lugar de agregar constantemente más y más responsabilidades y posesiones materiales a su vida, intenten encontrar formas de eliminar lo innecesario. Cuantas más cosas triviales puedan eliminar de su rutina y sus pensamientos, serán mejores haciendo lo demás, las cosas que realmente importan.

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