«12 reglas para vivir» de Jordan B. Peterson

12 reglas para vivir: Un antídoto al caos (2018) les brinda a los lectores una lista de las cuestiones e inquietudes más apremiantes de la vida que deambulan en la psiquis humana desde la antigüedad. El autor, Jordan B. Peterson, ha recopilado algunas de las afirmaciones filosóficas y religiosas perdurables y las lecciones de nuestras historias más preciadas y así ofrecernos 12 reglas para asegurar una vida con sentido. Valiéndose de la filosofía, la psicología, la historia y los mitos, estos son principios claros y coherentes que todos podemos seguir.

¿Qué beneficio ofrece? Recibe consejos concretos y prácticos para guiarte por el turbulento camino de la vida.

En la historia de Pinocho, una pequeña marioneta hace realidad su deseo. Se deshace de las cuerdas que controlaron su vida y tiene la oportunidad de ser un niño real e independiente. Pero Pinocho no se dio cuenta de que esto también implicaba lidiar con todos los peligros de la vida real, así como con las tristes lecciones que enseñan la honestidad, la amistad y la familia. Las historias clásicas como Pinocho, así como muchos otros mitos populares, cuentos de hadas y parábolas religiosas, describen la tarea de encontrarle sentido a la vida como un acto de equilibrio entre el orden y el caos.

Entre lo familiar y lo exótico, o entre la seguridad y la aventura. Seguimos transmitiendo y releyendo relatos históricos, junto con los trabajos de filósofos como Sócrates y Aristóteles, porque anhelamos que los valores y las reglas universales aporten sentido a nuestras vidas. En estos temas se basó el autor Jordan B. Peterson al crear una nueva lista de 12 de estos valores para ayudar a las personas modernas a atravesar los tiempos caóticos actuales.

Las jerarquías son una faceta común de la vida en las sociedades de todo el mundo; por eso, para tener una posición ventajosa, es necesario adoptar una buena postura.

Probablemente han escuchado la frase «el orden jerárquico», ¿verdad? Pero, ¿saben dónde se originó? Proviene del zoologo noruego Thorleif Scheldtrop-Eve, quien estaba estudiando los pollos de corral en la década de 1920, cuando notó que había una jerarquía clara entre estas aves. En la parte superior estaban los pollos más saludables y fuertes que siempre podían picotear primero cuando llegaba el alimento. En la parte inferior estaban los pollos más débiles, que estaban perdiendo las plumas y que solo podían picotear las migajas sobrantes. Los órdenes de prioridad como este no se limitan a los pollos, sino que ocurren naturalmente en todo el reino animal. Las langostas, por ejemplo, ya sea que estén en el océano o en cautiverio, pelean de manera agresiva para conseguir refugios buenos y seguros. Los científicos han descubierto que estos conflictos competitivos generan que los ganadores y los perdedores tengan diferentes equilibrios químicos en el cerebro.

Los ganadores tendrán una mayor proporción de la hormona serotonina en relación con la octopamina, mientras que esta proporción será la opuesta en los perdedores. Estos niveles incluso pueden afectar la postura de las langostas. Más serotonina hará que las ganadoras sean más ágiles y estén más erguidas, mientras que más octopamina hará que las perdedoras estén tensas y curvadas. Esta diferencia contribuirá a más confrontaciones, ya que las langostas erguidas parecerán más grandes y más intimidantes, lo que hará que las tensas sigan siendo sumisas. Como tal vez hayan adivinado, estas jerarquías y ciclos de ganancia y pérdida también se manifiestan entre los seres humanos.

Estudiando el tratamiento de los perros, estudian cómo cuidarían a un ser querido.

Si su perro estuviera enfermo y el veterinario les recetara un medicamento, ustedes no cuestionarían al profesional y no dejarían de realizar el tratamiento, ¿verdad? Sin embargo, un tercio de las personas ignoran las prescripciones médicas, lo que da origen a la pregunta ¿por qué cuidamos mejor a nuestras mascotas que a nosotros mismos? Porque, al ser siempre conscientes de nuestros propios defectos, sentimos autodesprecio, lo que a su vez puede generar un autocastigo innecesario y la sensación de que no nos merecemos sentirnos bien. Por lo tanto, cuidamos mejor a los demás que a nosotros mismos.

Esta creencia de que somos indignos se remonta al menos a la historia de exilio de Adán y Eva del Jardín del Edén. En esta historia metafórica, Adán y Eva representan a todos los seres humanos. Ellos caen víctimas del engaño de una serpiente malvada que los insta a comer la manzana prohibida del conocimiento. Como ellos siguieron el consejo de la serpiente, los seres humanos quedaron corrompidos para siempre por la maldad. Si bien la historia del Jardín del Edén nos hace conscientes de este lado oscuro que todos tenemos y puede reforzar la sensación de que no nos merecemos cosas buenas, esto también se puede interpretar de otro modo. No solo somos nosotros, sino que el mundo entero está corrompido.

Los seres humanos y la serpiente del jardín pueden ser considerados como la combinación natural de orden y caos del mundo entero. Esta dualidad en la naturaleza también puede observarse en la filosofía oriental, donde se refleja con las dos caras del símbolo del yin y el yang. Hay un lado luminoso y otro oscuro. Sin embargo, ambos lados contienen una parte del otro dentro de ellos y ninguno de los dos puede existir sin el otro. En este escenario, la armonía se logra al encontrar un equilibrio saludable entre la luz y la oscuridad, y debemos esforzarnos por no ir demasiado lejos en ninguna dirección. Por ejemplo, si un padre o una madre quisieran proteger a su hijo para que no esté expuesto al mal, tendrían que reemplazar el caos por un orden extremo.

En otras palabras, es inútil intentar ser perfectamente bueno. Esto nos lleva a la segunda regla, cuidarse como uno cuidaría a un ser querido. Entonces, cuídense, pero no luchen contra el caos, ya que esta es una batalla imposible de ganar, y en lugar de hacer solo lo que les hace felices, traten de hacer lo que es mejor para ustedes. De niños, es posible que no hayan querido cepillarse los dientes ni usar guantes, pero estas eran acciones que debían hacer. Como personas adultas, deben determinar los objetivos que definen quiénes son y la dirección que quieren tomar en la vida. Entonces, encontrarán los pasos que deben tomar y las acciones que son mejores para ustedes.

Los compañeros equivocados pueden afectarlos negativamente; por eso, elijan a sus amigos con inteligencia.

Uno de los amigos de la infancia del autor nunca se fue de su pueblo natal del norte de Canadá, Fairview, Alberta. Se quedó allí y terminó siendo parte del grupo de holgazanes del pueblo. Cada tanto, el autor regresaba a su pueblo y se ponía al día con su amigo, y en cada una de estas ocasiones, el deterioro lento y triste de su amigo se hacía más evidente. Lo que alguna vez era potencial juvenil, se transformó en resentimiento envejecido. Para el autor, era claro que esos holgazanes estaban haciendo que su amigo se viniera abajo y le impedían avanzar en la vida. Y esto es algo que puede sucedernos a todos en cualquier lugar. En un entorno laboral, se puede presentar una dinámica similar cuando se pone a una persona que no rinde lo suficiente en un equipo de alto rendimiento. Tal vez el gerente crea que esto haría que el empleado problemático adoptara buenos hábitos de los demás, pero los estudios han demostrado que es más probable que suceda lo contrario, y que los malos hábitos comiencen a contagiarse y causen que el desempeño baje.

Este es el motivo por el que la tercera regla es asegurarse de rodearse de amigos que brinden apoyo, ya que estos son los tipos de amistades que pueden propiciar un cambio positivo. Ser selectivo al elegir a los amigos es una decisión inteligente y no es egoísta ni presuntuosa. Las amistades que brindan apoyo y aliento son recíprocas. Cuando ustedes necesiten un impulso, estarán allí para ayudarlos, y si esa persona necesita recuperarse de un contratiempo o mejorar, ustedes estarán allí para ella.

Esta dinámica puede alentar el éxito individual, y como parte de un equipo, puede dar lugar a grandes logros sociales. Cuando el autor se fue de Fairview para ir a la universidad, se unió a un grupo de personas afines que se ayudaban entre sí para estudiar, y en muchos otros logros, como crear un periódico y dirigir un centro estudiantil exitoso. Ustedes sabrán que tienen buenos amigos si ellos no toleran verlos ahogarse en la negatividad, querrán lo mejor para ustedes, por lo que los alentarán a salir de esa situación y volver al ruedo.

El progreso se alcanza al compararse con sus logros pasados, no con los demás.

Había un dicho que decía, es un pez grande en un pequeño estanque, pero hoy, gracias a Internet, el concepto de una comunidad pequeña es obsoleto. En la actualidad, todos formamos parte de una comunidad global, y sin importar dónde estemos, siempre habrá alguien mejor que uno. Esto nos lleva al tema de la autocrítica.

Ahora bien, es importante ser crítico con uno mismo. Si no lo fuéramos, no tendríamos nada por lo que esforzarnos, no tendríamos motivación para mejorar y nuestras vidas rápidamente se volverían insignificantes. Por fortuna, es una tendencia humana ver siempre el presente como insatisfactorio y el futuro como prometedor. Esta tendencia nos ayuda a mantenernos motivados para avanzar y actuar. Sin embargo, la autocrítica puede tornarse insoportable cuando se convierte en una comparación constante con los demás. Cuando esto sucede, rápidamente perdemos de vista nuestro progreso.

Primero que nada, nos lleva a pensar de manera muy extremista. O somos exitosos o fracasamos. Esto nos impide ver las mejoras graduales que, con frecuencia, son pequeñas pero importantes. Las comparaciones también llevan a perder de vista el panorama general al enfocarnos en un solo aspecto de nuestras vidas y exagerarlo. Por ejemplo, supongamos que están analizando el año anterior y noten que no fueron tan productivos en el trabajo como algunos de sus compañeros. Podrían terminar sintiéndose un fracaso total en un instante.

Pero si pudieran apartarse un poco y mirar todos los aspectos de su vida, podrían darse cuenta de que tuvieron algunas mejoras importantes en su vida familiar. Es por esto que la cuarta regla es no compararse con los demás y siempre juzgarse en relación con sus propios logros previos. Comparar los resultados actuales con los pasados también los ayudará a avanzar. Si notan que siempre ganan, esto es una advertencia de que deben empezar a asumir más riesgos y fijarse metas más desafiantes. Al revisar el progreso, piensen que son inspectores de viviendas. Esto significa supervisar todo de arriba a abajo y categorizar cada problema.

¿Es una falla estética o estructural? Antes de colocar el sello de aprobación, hagan una lista de lo que deben mejorar. Es probable que este enfoque detallado los mantenga tan ocupados en ustedes que no les preocupará cómo están con respecto a los demás.

Los padres tienen el deber de criar hijos responsables y amables.

Si alguna vez vieron a un padre o una madre ignorando a su hijo mientras éste hacía un berrinche, es posible que hayan pensado, ¿son malos padres o son inteligentes al dejar que el niño se canse? Los enfoques con respecto a la crianza han cambiado a lo largo de los años, en general como resultado del antiguo debate de si se nace o se hace, y las opiniones diversas sobre los tipos de instintos con los que nacemos. En el siglo XVIII existía una creencia popular promovida por el filósofo Jean-Jacques Rousseau que sugería que nuestros ancestros prehistóricos eran sumisos, amables e ingenuos.

Culpaban a nuestra historia de guerra y violencia por la influencia corrupta que ha tenido la civilización en nosotros. Pero en la actualidad entendemos mejor el hecho de que las personas, en verdad, nacen con instintos agresivos y deben aprender a transformarse en adultos más amables, atentos y civilizados. Después de todo, tal vez recuerden cuán agresivos pueden ser los niños en un parque. La mayoría de los lugares de trabajo son un remanso de calma en comparación. De acuerdo con el autor, realmente depende de los padres garantizar que sus hijos pequeños, naturalmente agresivos, aprendan a ser adultos equilibrados, lo que nos lleva a la quinta regla. Los padres deben ser más que amigos, deben criar seres humanos responsables y agradables.

Esto puede ser un desafío, ya que a nadie le gusta ser el malo de la película. Pero los niños son agresivos porque tienen el instinto natural de traspasar los límites para descubrir dónde se dibujan las líneas de la sociedad. Es por eso que los padres deben ser decisivos al marcar esos límites. Si bien es posible que esto nos suene divertido, piénsenlo así, si no aprenden esto de padres amorosos y comprensivos, lo aprenderán luego de manera que, sin dudas, será menos amorosa y menos comprensiva. Por eso, analicemos tres métodos clave para una buena crianza. El primero es limitar las reglas.

Demasiadas reglas pueden frustrar a los niños, que constantemente están desafiando los límites. Por eso, restrinjan las reglas a algunos principios básicos y fáciles de comprender, como no morder, no patear ni golpear a nadie, a menos que sean defensa propia. El segundo es usar la mínima fuerza necesaria. La disciplina eficaz y justa solo da resultado cuando las consecuencias son claras. El castigo también debe ser acorde a lo sucedido, lo que significa que debe ser lo necesariamente grave para que un niño aprenda a no romper la regla nuevamente. A veces, una mirada de desilusión es todo lo que se necesita.

Otras veces, podría ser unas semanas sin videojuegos. El tercero es ser un equipo. Los niños son inteligentes e intentarán obtener lo que quieren enfrentando a sus padres, por lo que es importante tener un frente unificado. Además, todos los padres se equivocan, pero si tienen un compañero que apoye su postura, será más probable que noten y detecten esos errores.

El mundo está lleno de injusticias, pero no debemos culpar a los demás por nuestra suerte en la vida.

Es así de simple. El mundo está repleto de desafíos y sufrimiento, pero esto no debe generar desesperación. No obstante, a través de los años, muchas personas han percibido la vida como tan cruel e injusta que se justifican respuestas drásticas.

El autor ruso, León Tolstoy, consideraba la existencia como tan absurdamente injusta que sugirió que había sólo cuatro respuestas válidas, ignorancia de un niño, placer hedonista, suicidio o lucha sobre todo. Tolstoy analizó estas posturas en su ensayo Confesión y llegó a la conclusión de que la respuesta más honesta era el suicidio, mientras que luchar era un signo de su incapacidad para actuar de manera adecuada. Otros han respondido de manera similar, aunque han decidido llevarse otras vidas junto a la propia en actos conocidos como homicidios seguidos de suicidio, como los tiroteos en la escuela primaria de Sandy Hook o en la escuela preparatoria de Columbine. En junio de 2016, se registraron mil tiroteos en los Estados Unidos en los 1.260 días previos. En estos tiroteos, alguien había asesinado a cuatro o más personas, en muchos casos, antes de quitarse la vida. Pero a pesar de la desoladora visión del mundo de Tolstoy y sin importar cuánto hayan sufrido o cuán cruel e injusta les parezca la vida, no deben culpar al mundo de ello.

Esta es la esencia de la sexta regla para vivir, que establece que deben responsabilizarse de su propia vida antes de juzgar al mundo. Hay otro escritor ruso conocido con el nombre de Alexander Solzhnitsky, que creía que era posible desestimar la crueldad de la vida, incluso cuando éste es cruel con ustedes. Solzhnitsky fue parte de los comunistas que pelearon contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, pero a pesar de su labor, su propio estado lo encarceló después de la guerra. Y como si la vida en una prisión rusa no fuera algo suficientemente malo, se enteró de que tenía cáncer mientras cumplía su condena.

Pero a pesar de todo esto, Solzhnitsky no culpó al mundo por su suerte en la vida. Aceptó ayudar al partido comunista que lo había encarcelado y se encargó de usar el tiempo que le quedaba para aportar algo bueno y significativo al mundo. Como aporte, escribió el libro Archipiélago Gulag, que cuenta la historia y expresa una dura crítica en torno al ejército soviético que él había experimentado en primera persona. El libro jugó un papel importante para acabar con el apoyo crónico que tenía la rama del comunismo de Stalin en los círculos intelectuales de todo el mundo.

El sacrificio puede ser un acto significativo y debemos buscar el sentido más allá de los placeres inmediatos.

¿Han escuchado acerca de la historia del mono que terminó con la mano atascada en el frasco de galletas? Cuenta la historia que había quedado una galleta en un frasco abierto y la abertura del frasco era lo suficientemente grande como para que la mano del mono entrara, pero no lo suficientemente grande como para que su puño volviera a salir con el premio. Entonces, si insistía en sacar su premio, la mano le quedaría atascada.

La moraleja aquí es que la gula tiene un precio. Capturaron al mono porque no quiso irse sin la galleta. ¿Qué diferencia hay entre esto y el comportamiento humano? ¿Cuántas personas persiguen todos los días placeres que no les convienen? ¿Y cuántas no quieren hacer sacrificios que sí les convienen? Uno de los efectos secundarios de creer que el mundo es un pozo de desesperación es que se vuelve muy sencillo justificar una vida basada en placeres inmediatos que la hacen más soportable.

Además, si algo les genera felicidad, no puede ser tan malo, ¿verdad? Esta es la lógica detrás de un atracón de comida y bebida, del consumo de drogas, del desenfreno sexual y de otros comportamientos autodestructivos. El otro aspecto de este argumento es el sacrificio, el tipo que indica que conseguiremos algo mejor en el futuro si renunciamos a algo ahora. Esto se remonta a la antigüedad, cuando las tribus reservaban alimentos para pasar el invierno o para ayudar a las personas de la comunidad que no podían cazar o cultivar. Este es otro tema muy representado en la Biblia. Cuando Dios expulsa a Adán y Eva del paraíso, queda claro que su pecado original es lo que provocó la vida dura y cruel que todos debemos enfrentar.

Sin embargo, nuestro sufrimiento en la vida es el sacrificio que debemos hacer para poder gozar de los deleites de la vida después de la muerte. Esto nos lleva a la regla 7, buscar metas significativas más allá de la gratificación instantánea. Ahora bien, podrían pensar que este es un concepto simple y algo que la mayoría de las personas ya hace. Después de todo, sacrificamos nuestro tiempo para ir a trabajar y nos esforzamos arduamente ahora para poder tomarnos vacaciones después o relajarnos en una playa en verano. Pero esto va más allá de sacrificarse por la ganancia personal. Hay aspectos significativos y otros menores por los que podemos sacrificarnos para conseguir un bien mayor.

Y mientras más nos sacrificamos, más gratificante será. Pensemos en la flor de loto. Esta planta comienza su vida en el lecho de un lago y centímetro a centímetro se escapa de la oscuridad hasta que sale a la superficie del agua y florece bajo los rayos del sol. En otras palabras, sean perseverantes y hagan sacrificios para alcanzar sus objetivos y lo conseguirán.

Las mentiras son una herramienta común del autoengaño, pero debemos esforzarnos para tener una vida sincera.

El filósofo alemán Friedrich Nietzsche creía que se podía medir la fuerza del espíritu de una persona en función de la cantidad de verdad cruda que podía tolerar. Si bien la verdad a menudo es considerada un bien preciado en nuestra cultura, de todos modos, decimos mentiras todo el tiempo. Uno de los principales motivos para mentirnos a nosotros mismos y a los demás es obtener lo que creemos que queremos.

El psicólogo austriaco Alfred Adler llamó a esto mentiras de vida, que se describen como las cosas que hacemos y decimos para alcanzar un objetivo poco meditado. Por ejemplo, tal vez deseen pasar la etapa de jubilación en una playa recóndita de México, con una provisión infinita de margaritas. Este tipo de objetivo puede ser tan atractivo que tal vez se engañen continuamente pensando que es posible. Incluso si ocurren eventos que lo hacen cada vez más difícil de alcanzar. Podrían desarrollar alergias al sol, la arena y los tragos, pero seguirán mintiéndose sobre este plan perfecto, aunque en realidad ni siquiera es un plan, ya que no han tomado ningún paso concreto para hacerlo realidad. Estos tipos de ilusiones falsas a menudo van de la mano con nuestra capacidad de engañarnos para creer que ya sabemos todo lo que debemos saber.

Esta es una perspectiva necia, ya que aplaca nuestro deseo natural de aprender y crecer. Lo que es peor, y mucho más perverso, es que pueden pasar cosas al vivir una mentira de vida y no queremos reconocer la verdad. En el poema épico de John Milton, Paraíso perdido, se describe a Lucifer como un personaje razonable que se enamora demasiado de sus talentos y se enorgullece excesivamente de éstos, tanto que él y sus seguidores son expulsados del cielo por atreverse a desafiar la verdad suprema de Dios. Esto se relaciona con la regla número 8, dejar de mentir y ser honesto.

No es necesario que dejen de lado cada uno de sus ambiciosos objetivos, pero deben ser flexibles para que sus objetivos sean realistas y reflejen la verdad. Entonces, a medida que su comprensión y visión del mundo cambien, también lo harán sus objetivos. Y si su vida ha perdido el rumbo, tal vez es momento de desafiar la verdad actual que están siguiendo, la que los hace sentirse débiles, rechazados o inútiles, y reafirmar su verdad personal para volver a encaminarse.

Las conversaciones son una oportunidad para aprender y crecer, no para competir.

Miles de años después de su muerte, el antiguo filósofo Sócrates aún es considerado uno de los hombres más inteligentes que hayan existido. Esto se debe a que su creencia con respecto a que lo único que sabía era que no sabía nada, era su inspiración en las conversaciones y su apertura a aprender. Cuando participen en una conversación genuina, ésta debería ser un proceso similar al pensar.

Pensar es esencialmente escucharse para explorar las dos caras de un asunto. Entonces, de alguna manera, crean su propio diálogo interno, algo que puede ser difícil, ya que necesitan representar de manera precisa las dos caras y ser objetivos en la conclusión. Esto es uno de los motivos principales por los que las personas hablan entre sí para presentar con mayor facilidad las dos caras de un asunto y llegar a una conclusión. Incluso los niños lo hacen. Si un niño sugiere que sería divertido jugar en el techo, tal vez su amigo señalaría los peligros de esta idea. La conversación que se genera le permite al niño de la idea original adoptar una nueva perspectiva, considerar cuál es la probabilidad de que alguien se caiga y se lastime y, con suerte, tomar la decisión correcta.

No obstante, las conversaciones en general no se producen de esta manera. En cambio, una persona, o tal vez las dos, se rehusará a escuchar y creerá que el diálogo es una competencia que debe ganar. a fin de validar sus ideas preconcebidas. Entonces, en lugar de escuchar lo que la otra persona dice, estará pensando en qué decir a continuación o en actuar como si fuera un concurso de superación. Es por esto que la novena regla es escuchar lo que otros tienen para decir, lo que también supone que hay algo para aprender de ellos. Una sugerencia sencilla para tener una mejor conversación es escuchar y luego resumir.

O bien, recapitular en voz alta lo que la persona dijo. Esto sirve para diferentes propósitos. Ayuda a garantizar que escuchamos las cosas de manera correcta y ayuda a recordarlas. Asimismo, reduce la probabilidad de distorsionar o simplificar excesivamente los detalles para adaptar la conversación a nuestra perspectiva. A veces, la verdad duele y es complicado asimilar información que implica cambiar nuestras ideas y preconceptos. Pero este es el precio del hermoso proceso de aprendizaje y crecimiento.

La complejidad de la vida se debe enfrentar con lenguaje claro y preciso.

La vida verdaderamente es un tapiz enorme y complicado, y aún así tendemos a ver sólo las partes aisladas que necesitamos ver. Si están caminando y ven una manzana en el piso, probablemente no piensen en la rama, el árbol, las raíces y el suelo que estaban conectados antes de que se cayera. La razón es que tendemos a observar o prestar atención sólo a las cosas que son útiles para nosotros o se interponen en nuestro camino.

La manzana capta nuestra atención porque representa los alimentos y el sustento, pero no tenemos en cuenta al árbol y al suelo porque no son de utilidad para satisfacer nuestras necesidades. Está claro que no podemos pensar en cada detalle todo el tiempo. El mundo es demasiado complejo, por eso la mente simplifica las cosas y nos permite continuar con nuestras vidas. No obstante, de vez en cuando puede suceder algo que destruya nuestra concepción del mundo y haga que las cosas parezcan caóticas. Es por esto que la regla 10 es muy importante. Usar lenguaje preciso.

¿Cómo nos ayuda esto? Piensen en la palabra auto. ¿Saben lo que es un auto, verdad? Es un vehículo que los transporta de un punto A a un punto B. Pero si este vehículo sufre una avería entre A y B, ¿saben precisamente cómo funciona el auto? ¿Pueden abrir el capó y reparar esta pieza de maquinaria compleja?

Es muy probable que si su auto sufre una avería, sientan el deseo de maldecir y quizás incluso de patear el auto porque dejó de ser algo tan simple. Esto es lo que sucede cuando las cosas se complican y se vuelven caóticas. Entonces, para recuperarse, deben restablecer el orden explicando de manera clara y precisa lo que salió mal. Lo mismo sucede cuando se descompensan y se enferman. Podrían tener muchos problemas, por lo que deben comentarle al médico los síntomas precisos. ¿Les duele el estómago o tienen fiebre?

¿Comenzó después de que comieron algo? ¿Qué fue? Al ser precisos, pueden restablecer el orden y tomar medidas para empezar a sentirse mejor. El lenguaje preciso puede hacer que sus relaciones también fluyan mejor. ¿Su pareja hace algo que les molesta, como no limpiar su propio desorden? Mientras antes expresen de manera honesta y precisa con su pareja, más simple será la vida.

Hay hombres malos y opresivos, pero debemos evitar suprimir la naturaleza humana.

En El camino a Wigan Pier, de George Orwell, el autor llega a la conclusión de que el socialismo atraía a seguidores en Inglaterra no por simpatía hacia las duras condiciones a las que se enfrentaban los mineros, sino por el odio hacia los ricos y poderosos. Hoy se observan actitudes similares hacia el liderazgo de los hombres, algo que se conoce como patriarcado. Una fuente influyente de este odio hacia el patriarcado es Max Horkheimer, de la Escuela de Frankfurt, basada en teorías marxistas, quien propone la llamada teoría crítica.

Max Horkheimer pensaba que la educación y el intelectualismo tenían que enfocarse en el cambio social, y en lugar de trabajar para empoderar a las mujeres, se debe combatir y destruir a los poderosos opresores de una cultura, es decir, los hombres dominantes. Del mismo modo, en la actualidad, en las carreras humanísticas de todo el mundo, la acción política recomendada es la desarticulación de nuestra cultura machista. Todo se trata de destruir en lugar de reparar o crear. Y de acuerdo con el autor, esto nos ha dejado una indignación hacia el comportamiento masculino, que suele ser excesivamente duro y cortoplacista. Por ejemplo, a muchos estudiantes hombres con frecuencia los acusan de tener actitudes de patriarcado, pero el camino del cambio justo no debería ser tratar a todos los hombres como posibles delincuentes sexuales. Si bien es cierto que muchos hombres se han comportado de manera deplorable, el autor sostiene que los hombres también han usado sus actitudes naturalmente agresivas para bien, como para participar en competencias saludables, explorar áreas peligrosas y conseguir progresos tan necesarios.

Para el autor, esto se parece a las personas que practican skate. Afuera de algunos de los edificios del campus de la Universidad de Toronto, había personas que practicaban skate de manera fabulosa, demostrando una audacia admirable y voluntad para enfrentar el peligro. Pero luego, los funcionarios municipales decidieron prohibir el skate en el campus. Esto nos lleva a la regla número 11. No molestar a los jóvenes que practiquen skate. No podemos establecer reglas que vayan en contra de la naturaleza de quienes somos como persona.

Definitivamente, nuestras reglas deben protegernos, pero no deben hacerlo de manera tal que reprima las buenas cualidades de las personas. En realidad, hemos visto casos ficticios bastante buenos de lo que sucede cuando a los hombres se les quita su masculinidad, como lo muestra la historia en El Club de la Pelea. La agresión luego puede transformarse en una fruta prohibida si se manifiestan tendencias fascistas. Otra reacción realista a la enmasculación es el resurgimiento actual de las políticas de derecha.

La verdad es que las mujeres no quieren que los hombres crezcan sin la posibilidad de aprender por ellos mismos y ser independientes. El autor plantea que cada hombre tiene una madre. ¿Y a qué clase de madre le gustaría cuidar a un hombre niño dependiente?

La vida es dura y está llena de tristezas, por lo que es importante celebrar las pequeñas alegrías.

¿Alguna vez tuvieron que cuidar a una persona enferma? Esto puede ser uno de los desafíos más importantes de la vida. La hija del autor ha vivido con artritis grave desde que tenía seis años. Ha sufrido dolor constante y ha necesitado inyecciones frecuentes y diversas cirugías de reemplazo de articulaciones. Si tuvieran una hija en esta situación, podrían pensar que la vida es injusta, pero es importante reconocer que las partes oscuras del dolor, el sufrimiento y la tristeza son las que dan valor a los buenos momentos. Piensen en Superman. Cuando se presentó este personaje por primera vez, su popularidad fue inmensa. Pero luego, los escritores del libro de cómics continuaban dándole un poder tras otro hasta que se volvió prácticamente invencible. Obviamente, a los lectores les pareció súper aburrido.

Si no hay riesgo de peligro, las victorias de Superman no tienen sentido. Y del mismo modo, los buenos momentos no tendrían ningún sentido si no tuviéramos que pasar dificultades y sufrimientos para llegar a ellos. Es por esto que es importante seguir la regla 12, sacar lo mejor incluso de las pequeñas alegrías que la vida ofrece. Sigan esta regla para abrazar la vida y valorar cada detalle bueno que les ocurra. Esto también garantizará que se centren en ustedes mismos en los tiempos difíciles, incluso cuando estos son prolongados. Luego de años de dolor y malestar, la hija del autor finalmente encontró un nuevo fisioterapeuta que la ayudó a desarrollar mayor movilidad, manejarse con bastante normalidad y tener mucho menos dolor.

Quizás haya más complicaciones a lo largo del camino, pero ambos están felices de disfrutar las mejoras mientras duren. Esta es la mejor actitud que se puede tener, tomarse el tiempo para parar y acariciar un gato cuando se crucen con uno en la acera. Recuerden que no hay día sin la oscuridad de la noche, al igual que no hay orden sin caos. Existe el sufrimiento en la vida, pero esto también es lo que le da sentido a nuestra perseverancia y hace que los momentos de paz sean tan reconfortantes.

Resumen final

Navegar la vida es una lucha constante repleta de pruebas y aflicciones. Una garantía en la vida es que es probable que haya más problemas a la vuelta de la esquina, pero también hay belleza y alegría, aunque estos momentos sean fugaces. Lo único que pueden hacer es esforzarse al máximo, ser honestos y veraces, y evitar ser egoístas y orgullosos. También es importante asumir la responsabilidad de su propia suerte en la vida y no culpar al mundo ni a los demás por sus carencias.

Finalmente, sólo ustedes pueden mejorar su vida. Consejos prácticos Pregúntense, ¿qué hice mal? Tal vez no les guste la respuesta, pero esta es una manera de seguir mejorando y de ser sinceros. Al hacerse esta pregunta de manera habitual, podrían disfrutar de la satisfacción de progresar cada día y seguir esforzándose por ser mejores seres humanos.