¿Qué estás haciendo con tu vida? (2001) intenta responder algunas de las preguntas existenciales más importantes. Desde considerar el rol de la felicidad y la transformación personal hasta el propósito en la vida en sí, establece una filosofía que los guiará a través de cada una de las etapas de la existencia.
¿Qué beneficio ofrece? Adquirir una profunda sabiduría de la vida.
En un momento u otro, la mayoría de nosotros nos hemos hecho la siguiente pregunta. ¿Cuál es mi propósito en la vida? Tal vez se hayan preguntado, en voz alta o para ustedes mismos, cómo algunas personas consiguen encontrar la felicidad duradera. Tal vez hayan reflexionado sobre los problemas de la sociedad y las posibles resoluciones. En estos resúmenes encontrarán algunas respuestas a estas cuestiones fundamentales.
Sin embargo, no encontrarán respuestas fáciles. De hecho, es probable que aquí se encuentren con algunas afirmaciones desconcertantes y provocativas, por ejemplo, ¿qué pasa si la felicidad duradera no existiera? ¿Y si estar buscando un propósito en la vida es la manera equivocada de actuar? Lo que sigue les planteará un desafío, los inspirará y mucho más.
Sus condicionamientos les impiden ver las cosas como son.
Deténganse un momento y piensen en cómo perciben el mundo. Consideren, por ejemplo, la forma en que ven el amor. Desde el momento en que nacieron fueron sometidos a ideas sobre el amor que moldearon la forma en que piensan sobre él.
Para ustedes, quizás el amor se personifica en la foto de una pareja feliz el día de su boda o en un ramo de flores que les regalan por sorpresa. Sea como sea, ustedes fueron condicionados a ver el amor de una manera determinada, dependiendo de su entorno social, económico y cultural. Pero esto significa que su perspectiva puede ser muy estrecha y se les puede escapar la compleja verdad acerca del amor. El mensaje clave aquí es, sus condicionamientos les impiden ver las cosas como son. Sus condicionamientos les impiden percibir el mundo en toda su complejidad. La vida está en constante cambio, pero debido a cómo ven el mundo, suelen pensar que es algo establecido.
Su mente está atada a su bagaje cultural, sus sistemas de creencias y sus dogmas. Para ver cómo cambia y evoluciona la vida continuamente, tienen que poder cambiar de mentalidad y perspectiva. Si no se sintonizan con los cambios sutiles y continuos de la vida, no verán la imagen completa, sino sólo una parte pequeña y estática. Por ejemplo, si observan cómo una flor florece y cambia, tu descripción de la misma variará de un día a otro si eres sincero con esa flor.
La vida es así. Exige atención íntima. Para mirar la vida con más sinceridad, tienen que liberar la mente de todas las grandes teorías y sistemas que intentan explicarla en su totalidad. Esta es la parte difícil.
Para transformar el mundo, deben transformarse ustedes.
Imaginen una revolución. Animadas por la lucha contra las injusticias, las personas se unen para desafiar un sistema que está manipulado en su contra. Organizan una huelga general y paralizan todo.
Derrocan al gobierno y sus élites, quienes se beneficiaban de la situación tal como estaba. Proponen una nueva constitución, con un conjunto de nuevas leyes destinadas a hacer que todo sea más justo para mejorar la situación de los oprimidos y poner fin a los conflictos violentos. Eso es lo que muchas personas imaginan cuando escuchan la frase «transformar el mundo». Sin embargo, según el autor, las cosas nunca cambiarán si esto es lo que estamos esperando. Este es el mensaje clave. Para transformar el mundo deben transformarse ustedes.
Como vimos en el resumen anterior, confiar en las grandes ideas y en las grandes teorías puede impedirnos ver el mundo con claridad. También puede impedirnos realizar cualquier cambio positivo. Si siempre estamos esperando que alguna gran revolución o transformación espiritual mejore el mundo, nos perdemos la verdad del asunto, es decir, que el cambio provenga de nuestro interior, no de afuera. El mundo está compuesto por muchos individuos que interactúan entre sí. Más que la política, la religión o cualquier otro gran sistema, nuestros problemas comienzan en este nivel. El individuo.
No es el fascismo, el capitalismo ni la religión lo que nos ha causado problemas, sino un desorden de la mente individual. Ya sea la desigualdad económica, la guerra o una enfermedad psicológica, el yo es la causa. Según el autor, el principal problema es la propia construcción del yo individual, que está aislado y enfrentado a todo lo demás en el mundo. Nuestro yo individual desea poder, posición e influencia de diferentes tipos, y eso provoca todos los demás problemas que vemos a nuestro alrededor. Al luchar por un beneficio individual, creamos todo el desorden del mundo. Así que, en opinión del autor, debemos escapar del yo o del ego para poder avanzar.
Pero no es posible escapar de este egoísmo simplemente reflexionando sobre eso. Lo que deben hacer sobre todo es aprender a observar el funcionamiento de su mente. Entonces, al observarse bien, deberían poder detectar el momento exacto en que su ego los hace actuar de manera destructiva.
La felicidad es efímera y cuanto antes lo aprendamos, más felices seremos.
Todos buscamos la felicidad. Después de todo, la búsqueda de la felicidad no es el objetivo de la vida. Ya sea a través del amor, la carrera o la familia, la felicidad es el objetivo final de todo lo que hacemos.
El problema es que resulta difícil encontrar la felicidad duradera, y cuando la buscamos, pareciera que siempre está oculta. Entonces, ¿cuál es el truco para apropiarnos de la felicidad? De niños, la felicidad llega con facilidad y sencillez. La vida nos deleita sin hacer ningún esfuerzo. Encontramos la felicidad en los juegos, en correr, en nadar o en la abundancia de nuevas sensaciones que nos ofrece la naturaleza. Pero cuantos más años cumplimos, más difícil es experimentar ese tipo de disfrute espontáneo.
Así que lo buscamos por otros medios más complicados, intentando poseer a otra persona, tal vez, o deseando obtener prestigio y poder. El mensaje clave es «la felicidad es efímera y cuanto antes lo aprendamos, más felices seremos». El problema es que, en cuanto obtenemos lo que buscamos, ya sea una pareja, una hermosa casa o un trabajo de primera en una gran empresa, nuestro disfrute se convierte en miedo a perderlo. Tal vez recuerden el placer de enamorarse, pero luego sienten el terrible miedo de que ese amor se acabe o de volverse demasiado dependientes de él. Lo que era sencillo y hermoso se convierte en una mezcla de miedo y resentimiento. A medida que envejecemos, la búsqueda de la felicidad pasa a ser una especie de maldición.
Una parte de esa búsqueda de felicidad también es una búsqueda de seguridad, como el sentirnos sostenidos en un cálido abrazo permanentemente. Queremos tener una sensación constante de bienestar psicológico, por eso lo buscamos en las relaciones con otras personas a través de la familia, el matrimonio y la amistad. Pero la verdad de la vida es que no hay seguridad duradera. La vida es efímera y, en esencia, todos estamos solos. Ni siquiera nuestros padres, parejas o amigos más cercanos pueden brindarnos esa seguridad, ya que ellos también están solos. Entonces, ¿qué podemos hacer?
En opinión del autor, la única manera de evitar esta decepción es dejar de buscar la felicidad duradera. Esto implica superar la idea misma de un yo que quiere alcanzar felicidad duradera. Si pueden vivir momento a momento con el conocimiento de que nada dura para siempre, que todo, incluida la felicidad, es pasajero, entonces serán verdaderamente felices.
El intelecto no se refiere a la inteligencia.
¿Qué entendemos por intelecto? La palabra evoca imágenes de universitarios, de científicos que trabajan para resolver problemas complejos y de estudiantes que obtienen calificaciones sobresalientes. La definición de intelecto es el pensamiento que funciona independientemente de nuestras emociones.
Un tipo de pensamiento analítico o deductivo. El intelecto es también algo que se puede entrenar en una determinada dirección. De hecho, la educación moderna hace precisamente eso. A través de la educación, pueden entrenar el intelecto para ser más hábiles en matemática, física o economía, por ejemplo. Sin embargo, según el autor, si solo utilizan el intelecto, no lograrán una comprensión íntegra del mundo. Para involucrarse con el mundo, sostiene, tienen que utilizar su inteligencia.
El mensaje clave aquí es, el intelecto no se refiere a la inteligencia. Entonces, si el intelecto no equivale a la inteligencia, ¿qué es exactamente la inteligencia? Es la capacidad de sentir y de razonar, con los sentimientos y la razón en armonía. Por lo tanto, una comprensión puramente académica del mundo no involucra a la inteligencia, ya que deja de lado los sentimientos. ¿Cómo involucrar a la inteligencia y no solo al intelecto? Según el autor, deberían tener una mente tranquila.
Si realmente quieren entender algo en forma precisa, ya sea una persona o un cuadro o una ciudad, deben acallar sus pensamientos. Si racionalizan y analizan algo con una mente ocupada, se perderán todo eso. La verdad llega cuando no luchan por ella. Es sutil y esquiva. Si son esclavos de un ruidoso monólogo interior, es poco probable que puedan percibir algo en su totalidad. Pero ¿cómo pueden escapar de sus pensamientos?
¿Seguro que es imposible? Nuevamente, esto es posible gracias a la comprensión profunda de la mente. Deben reconocer que su intelecto es producto de sus condicionamientos y su educación, más que de un simple instrumento que refleja la verdad del asunto. Todos estos condicionamientos influyen en la forma en que racionalizan y analizan las situaciones. Si reconocen esto, podrán poner cierta distancia entre su intelecto y aquello que perciben, y puede que empiecen a ver las cosas de verdad por primera vez.
Cuando están aburridos, deben aprovechar el aburrimiento, en lugar de escapar de él.
Están aburridos, se sienten desganados y sin inspiración. ¿Y qué hacen? Alquilan una película, salen a correr alrededor de la manzana, llaman a un amigo para ver si quiere salir a tomar algo.
¿Y qué pasa si toda su vida les resulta aburrida? La cambian. Buscan un nuevo trabajo, emprenden una causa, viajan por el mundo, intentan huir del aburrimiento. Pero ¿qué pasa si esto es exactamente lo que no deben hacer? ¿Y si el aburrimiento les está diciendo algo más fundamental sobre quiénes son? Si es así, tienen que enfrentarlo y aprender más sobre él.
Este es el mensaje clave. Cuando están aburridos, deben aprovechar el aburrimiento en lugar de escapar de él. Si se aburren, lo mejor es que intenten comprender por qué en lugar de escapar inmediatamente de ese hastío. Cualquier otra actividad que hagan no será más que un intento por escapar de ese aburrimiento, apenas una distracción. ¿Y el simple hecho de querer distraerse es razón suficiente para hacer algo, especialmente algo significativo, como emprender una causa política o cambiar de carrera? No, por supuesto que no.
De hecho, se puede hacer mucho más daño de esa manera. Así que deténganse por un momento y abúrranse. No pasa nada. Luego, miren dentro suyo y pregúntense, ¿por qué me aburro? La verdad es que, a menudo, nosotros somos la causa de nuestro aburrimiento. Nos hemos agotado con el trabajo, la actividad y el sufrimiento.
Cuando hayan comprendido esto, deben quedarse allí. No se escapen. Permitan que la mente se enfrente al hecho de que se siente cansada, carente de interés, distorsionada. Al hacer esto podrán vivir con esos sentimientos, que serán justamente lo que son y no las cosas terribles que solían empujarlos hacia una actividad frenética. Si pueden enfrentarse al aburrimiento y entenderlo tal como es, empezarán su proceso de sanación. Si no pueden, seguirán intentando distraerse, dando vueltas como un ratoncito en su rueda.
Por último, deben entender que perseguir constantemente cosas para escapar del aburrimiento solo les provocará más aburrimiento. Una vez que hayan conseguido algo, ya sea una persona que les interese, un trabajo importante o mucho dinero, se aburrirán rápidamente de eso. Entiendan esto y podrán aprender a sentirse más cómodos con ustedes mismos.
El propósito en la vida es la vida misma.
¿Cuál es su propósito en la vida? Esa es la pregunta del millón. Muchos se han preguntado lo mismo a lo largo de los siglos.
Filósofos, líderes religiosos y gurús de diversa índole han mojado sus plumas en tinta, se han inclinado sobre sus manuscritos y han intentado dar una respuesta satisfactoria. Muchas otras personas comunes y corrientes se han quemado las neuronas de forma similar. Tal vez ustedes estén haciendo la misma pregunta ahora mismo. Pues bien, según el autor, esta pregunta es el lugar equivocado por donde empezar. El mensaje clave es «el propósito en la vida es la vida misma». Nos fijamos en los pensadores y en las personas exitosas y creemos que si seguimos su ejemplo encontraremos un propósito.
Para darle forma a nuestra vida tenemos en cuenta la experiencia de quienes nos precedieron, así como nuestras tradiciones culturales. Nuestras mentes están llenas de diferentes ejemplos de vida que utilizamos como modelos para moldear nuestra propia existencia. Hacemos todo esto porque necesitamos una especie de hoja de ruta, una definición de lo que es una vida con propósito. Pero invertimos tanto tiempo en seguir ejemplos ajenos acerca de cómo debería ser la vida que no vemos el verdadero significado de lo que realmente es. La vida es algo que nos sucede íntimamente e individualmente. No hay ninguna autoridad que nos pueda ayudar con eso.
Si siempre buscan otros argumentos para la vida, se pierden lo que ya es, de por sí, extraordinario. Si se preguntan cuál es el propósito en la vida, es probable que su vida, tal como es hoy en día, les resulte aburrida, insípida y repetitiva. Si creen, por ejemplo, que el propósito en la vida es encontrar a Dios o convertirse en una persona exitosa, entonces es probable que la vida sea algo de lo que buscan escapar en lugar de aceptarla. En lugar de ver la vida como la persecución de un objetivo lejano, es importante observar lo que está ocurriendo ante sus ojos ahora mismo.
Si detectan que hay algo que no funciona en su vida cuando le prestan verdadera atención, deberían tratar de entender por qué es así. Sólo si se enfrentan a su actual confusión, a su pena o a su miedo, podrán escapar del anhelo de un propósito, del deseo de tener certezas. La vida, en sí misma, es maravillosamente rica, misteriosa y hermosa. Y la vida, en sí misma, debería ser suficiente.
Resumen final
La única manera de cambiar el mundo es empezar por ustedes. Ninguna revolución o gran teoría política puede resolver las crisis que ven a su alrededor. Reconozcan que la forma en que fueron condicionados les impide ver el mundo con claridad.
Esto significa que tendrán ideas preconcebidas sobre aspectos fundamentales, como el rol de la felicidad en su vida o la seguridad psicológica, que les causarán decepción si no pueden ver más allá de sus condicionamientos. Por último, la vida es suficientemente extraordinaria tal y como es. El propósito es superfluo. Consejos prácticos Analicen cómo piensan y presten atención a sus condicionamientos. La próxima vez que tengan una opinión apasionada sobre algo, ya sea político o personal, deténganse. Luego, reflexionen sobre el motivo exacto por el que han llegado a formar esa opinión.
¿Qué hay en ustedes, en su entorno cultural y económico, su nacionalidad o su orientación sexual, que puede haber aportado a la formación de esa opinión? ¿Esto los hace ver esa opinión de forma diferente? ¿Pueden ver el otro lado? ¿Podrían incluso estar equivocados?