«Breve historia del tiempo» de Stephen Hawking

Breve historia del tiempo: Del Big Bang a los agujeros negros (1988) examina la historia de las teorías científicas y las ideas que nos permiten entender cómo funciona el universo en la actualidad. Desde el Big Bang y los agujeros negros, hasta las pequeñas partículas en el universo, Hawking ofrece un claro panorama de la historia del universo y la compleja ciencia detrás de eso. Y presenta todo de una forma comprensible incluso para los lectores que toman contacto con estas ideas por primera vez.

¿Qué beneficios ofrece? Revelar los secretos del cosmos.

Es difícil imaginar una vista más llamativa y estimulante que un cielo nocturno estrellado. Hay algo en el brillo del cosmos que nos obliga a hacer una pausa y reflexionar sobre los misterios más profundos del universo.

Breve historia del tiempo ayudará a iluminar estos secretos al develar las leyes que gobiernan el universo. Escrito en un lenguaje accesible, ayudará incluso a las personas ajenas a la ciencia a comprender por qué existe el universo, cómo surgió y qué aspecto tendrá en el futuro. También encontrarán información sobre fenómenos extraños como los agujeros negros, que se tragan todo —bueno, casi todo— a su alrededor. También descubrirán los secretos del tiempo en sí mismo.

Estos resúmenes responden a algunas preguntas como ¿a qué velocidad viaja el tiempo? y ¿cómo sabemos que viaja hacia adelante? Luego de estos resúmenes, nunca más volverán a ver el cielo nocturno de la misma manera.

Las teorías basadas en lo que hemos visto en el pasado pueden ayudarnos a predecir el futuro.

Probablemente hayan oído hablar de la teoría de la gravedad o la teoría de la relatividad. Pero, ¿alguna vez se detuvieron a pensar qué queremos decir realmente cuando hablamos de teorías? Una teoría, en términos sencillos, es un modelo que explica en forma precisa una amplia serie de observaciones.

Los científicos recopilan datos de sus observaciones, por ejemplo, en los experimentos que realizan, y los usan para desarrollar explicaciones sobre cómo y por qué suceden ciertos fenómenos. Por ejemplo, Isaac Newton desarrolló la teoría de la gravedad tras observar muchos fenómenos, desde las manzanas que se caían de los árboles hasta el movimiento de los planetas. Los datos que recopiló le sirvieron para describir la gravedad en una teoría. Las teorías tienen dos grandes beneficios. En primer lugar, les permiten a los científicos hacer predicciones definitivas sobre eventos futuros. Por ejemplo, la teoría de la gravedad de Newton les permitió a los científicos predecir futuros movimientos de objetos como los planetas.

Si desean saber, por ejemplo, dónde estará Marte en seis meses, es posible predecirlo exactamente usando la teoría de la gravedad. En segundo lugar, las teorías son siempre refutables. Esto significa que pueden ser reformuladas si aparece nueva evidencia que no encaja con la teoría vigente. Por ejemplo, la gente antes creía que todo en el universo giraba alrededor de la Tierra.

Galileo refutó esta teoría cuando descubrió las lunas que orbitaban en el planeta Júpiter. Así pudo demostrar que realmente no todo giraba alrededor de nuestro planeta. Vemos entonces que una única observación futura es capaz de invalidar una teoría, sin importar cuán confiable parezca en este momento. Esto significa que nunca se puede validar que las teorías son correctas, y por ello, la ciencia está en constante evolución.

En el 1600, Isaac Newton revolucionó la forma en que pensábamos cómo se mueven los objetos.

Antes de Isaac Newton, se pensaba que el estado natural de un objeto era reposo absoluto. Por lo tanto, si no actuaba ninguna fuerza sobre el objeto, éste permanecería completamente quieto. En el 1600, Newton refutó esa antigua creencia.

Introdujo, en cambio, una teoría que establecía que todos los objetos en el universo, en lugar de estar quietos, en realidad se movían constantemente. Newton llegó a esa conclusión al descubrir el movimiento constante que existe entre los planetas y las estrellas. Por ejemplo, la Tierra gira constantemente alrededor del Sol, y todo el sistema solar rota alrededor de la galaxia. Por lo tanto, nada nunca está quieto. Para describir de qué manera se mueven todos los objetos en el universo, Newton enunció tres leyes. La primera de las leyes de Newton establece que todos los objetos continuarán moviéndose en línea recta si ninguna otra fuerza actúa sobre ellos.

Esto quedó demostrado en un experimento que realizó Galileo cuando hizo rodar unas pelotas por una pendiente. Como la gravedad era la única fuerza que actuaba sobre las pelotas, éstas rodaron en línea recta. La segunda ley de Newton establece que un objeto se acelerará a un ritmo proporcional a la fuerza que actúa sobre él. Por ejemplo, un automóvil con un motor más potente se acelerará más rápido que uno con un motor menos potente. Esta ley también establece que cuanto mayor es la masa de un cuerpo, una fuerza afecta menos su movimiento. Por ejemplo, si hay dos automóviles con el mismo motor, al automóvil más pesado le llevará más tiempo acelerar.

La tercera ley de Newton describe la gravedad. Establece que todos los cuerpos en el universo atraen otros cuerpos con una fuerza proporcional a la masa de cada objeto. Esto significa que, si se duplica la masa de un objeto, la fuerza también se duplicará. Si se duplica la masa de un objeto y se triplica la de otro, la fuerza será seis veces mayor.

El hecho de que la velocidad de la luz sea constante demuestra que no siempre se puede medir la velocidad de una cosa en relación con la de alguna otra cosa.

Hemos visto cómo la teoría de Newton desterró el concepto del reposo absoluto y lo reemplazó con la idea de que el movimiento de un objeto depende del movimiento de alguna otra cosa. Sin embargo, la teoría también sugería que la velocidad de un objeto es relativa. Por ejemplo, imaginen que están leyendo un libro mientras viajan en tren a una velocidad de 160 km por hora.

¿A qué velocidad viajan? Para un transeúnte que ve pasar el tren a toda velocidad, viajan a 160 km por hora. Pero en relación con el libro que están leyendo, su velocidad es de 0 km por hora. Entonces su velocidad depende de otro objeto. Sin embargo, se generó un gran vacío en la teoría de Newton. La velocidad de la luz.

La velocidad de la luz es constante, no variable. Es siempre de 299,792 km por segundo. Sin importar la velocidad de cualquier otra cosa, la velocidad de la luz permanece constante. Por ejemplo, si ese tren estuviera acelerando hacia un rayo de luz a 160 km por hora, la velocidad de la luz sería de 299,792 km por segundo. Sin embargo, si dicho tren se detuviera ante un semáforo en rojo, el rayo de luz seguiría viajando a una velocidad de 299,792 km por segundo. No importa quiénes estén mirando la luz o cuán rápido estén viajando, la velocidad de la luz siempre será la misma.

Estos hechos cuestionan la teoría de Newton. ¿Cómo puede ser constante la velocidad de una cosa independientemente de la posición del observador? La respuesta se descubrió a principios del siglo XX, cuando Albert Einstein postuló la teoría de la relatividad.

La teoría de la relatividad establece que el tiempo en sí mismo no es algo fijo.

Que la velocidad de la luz sea constante fue problemático para la teoría de Newton, porque demostraba que la velocidad no era siempre relativa. Por lo tanto, los científicos necesitaban un modelo actualizado que tuviera en cuenta la velocidad de la luz. Albert Einstein desarrolló entonces la teoría de la relatividad.

Esta teoría establece que las leyes de la ciencia son las mismas para todos los observadores que se mueven libremente. Sin importar cuál sea nuestra velocidad, observaremos la misma velocidad de la luz. A simple vista podría parecer bastante claro, pero una de sus premisas fundamentales resulta bastante difícil de comprender para muchos, ya que establece que el tiempo es relativo. Como la velocidad de la luz se mantiene constante para los observadores que se mueven a diferentes velocidades, aquellos que viajan en relación mutua medirán en realidad tiempos diferentes para el mismo evento. Por ejemplo, digamos que se envía un destello de luz a dos observadores. Uno viaja hacia la luz, mientras que el otro viaja a una velocidad más rápida en la dirección contraria.

Para ambos observadores, la velocidad de la luz será la misma, incluso cuando estén viajando a velocidades relativamente diferentes y yendo en distintas direcciones. Por increíble que parezca, esto indicaría que cada uno experimenta el evento del destello de luz como si hubiera sucedido en dos tiempos diferentes. Eso se debe a que el tiempo se mide teniendo en cuenta la distancia que un objeto ha viajado, dividido por su velocidad. La velocidad de la luz es la misma para ambos observadores, pero como la distancia es diferente, el tiempo es relativo para cada observador.

Si ambos observadores usaran relojes para registrar cuándo se emitió el haz de luz, confirmarían dos tiempos diferentes para el mismo evento. Entonces, ¿quién tiene razón? Ninguno de los observadores, ya que el tiempo es relativo y único desde la perspectiva de cada uno de ellos.

Como nadie puede medir exactamente las partículas, los científicos usan algo llamado «estado cuántico» para hacer predicciones.

Toda materia está compuesta por partículas, como los electrones o protones. Para conocer más sobre el universo, los científicos quieren medirlas y estudiar su velocidad. Sin embargo, las partículas hacen algo muy raro cuando se las intenta estudiar.

Es curioso, pero a mayor precisión para medir la posición de una partícula, más incierta se vuelve su velocidad. Y a mayor exactitud para medir su velocidad, menos segura se vuelve su posición. Este fenómeno, descubierto por primera vez en la década de 1920, se denominó principio de incertidumbre. A causa del principio de incertidumbre, los científicos tuvieron que usar otras formas de observar las partículas. Fue entonces cuando comenzaron a prestar atención en cambio al estado cuántico de una partícula. El estado cuántico combina muchas posiciones y velocidades posibles de una partícula.

Como los científicos no pueden precisar la posición o la velocidad cierta de una partícula, observan las varias posiciones probables que las partículas podrían ocupar y las velocidades que podrían tener. Mientras una partícula se mueve de un lugar a otro, los científicos rastrean todos los sitios en los cuales dicha partícula podría llegar a estar y determinan cuál de estos es el sitio más probable. Para poder determinarlo, los científicos tratan a las partículas como si fuesen olas. La multitud de las diferentes posiciones que una partícula puede ocupar indica que dicha partícula puede tener el aspecto de una serie de ondas continuas y oscilantes. Imaginen un trozo de cuerda vibrante. Cuando vibra, la cuerda se arquea, sube y baja, formando una sucesión de picos y valles.

Una partícula también se comporta de esta manera, si bien su posible trayectoria consiste en una serie de esas ondas superpuestas, todas sucediendo al mismo tiempo. Observar partículas como esta ayuda a los científicos a determinar dónde es más probable que una partícula se encuentre. Las posiciones más probables de la partícula son donde los arcos y las pendientes en las diversas ondas se corresponden entre sí, mientras que las posiciones menos probables son aquellas donde no se corresponden. Esto se denomina interferencia y demuestra qué posiciones y velocidades son las más probables para la trayectoria de la onda de una partícula.

La gravedad es el resultado de objetos de gran masa que curvan el universo.

Cuando miran el mundo a su alrededor, están viéndolo en tres dimensiones, es decir, pueden describir cualquier objeto por su altura, anchura y profundidad. Sin embargo, existe una cuarta dimensión, aunque no podamos verla. Es el tiempo, y se combina con las otras tres dimensiones para formar algo denominado espacio-tiempo.

Los científicos usan este modelo de la cuarta dimensión del espacio-tiempo para describir los eventos en el universo. Un evento es algo que sucede en una posición particular en el espacio y en el tiempo. Entonces, cuando calculan la posición de un evento, además de las coordenadas tridimensionales, los científicos tienen en cuenta una cuarta coordenada, que indica el tiempo. Los científicos tienen que considerar el tiempo para determinar la posición de un evento, porque la teoría de la relatividad establece que el tiempo es relativo. Por lo tanto, es un factor importante en la descripción de la naturaleza de un evento. Una consecuencia sorprendente de la combinación del espacio y el tiempo es la forma en que esto cambió nuestra idea de la gravedad.

La gravedad es el resultado de objetos de gran masa que curvan el espacio-tiempo. Una enorme masa, como la del Sol, curva, y en realidad altera, el espacio-tiempo. Piensen en esto de la siguiente manera. Imaginen el espacio-tiempo como una manta estirada y sostenida en el aire. Si colocan un objeto en el medio de esa manta, la manta se curvará y el objeto se hundirá un poco. Eso es lo que los objetos de gran masa le hacen al espacio-tiempo.

Otros objetos luego siguen esas curvas en el espacio-tiempo. Esto se debe a que un objeto siempre toma la trayectoria más corta entre dos puntos, que es una órbita circular alrededor de un objeto más grande. Pueden apreciarlo si observan de nuevo esa manta. Si colocan un objeto grande, como una naranja, sobre la manta y luego intentan hacer rodar uno más pequeño, por ejemplo una bolita, más allá del primer objeto, la bolita seguirá la marca trazada por la naranja. La gravedad funciona de la misma manera.

Cuando muere una estrella de gran masa, colapsa dentro de una singularidad denominada «agujero negro».

Durante su ciclo de vida, las estrellas necesitan enormes cantidades de energía para producir luz y calor. Sin embargo, esa energía no dura para siempre. Con el paso del tiempo, se agota y la estrella termina muriendo.

Lo que le sucede a una estrella cuando muere depende de su tamaño. Cuando una estrella muy grande se queda sin energía, se genera algo espectacular, un agujero negro. Esto ocurre porque el campo gravitacional de la mayoría de las estrellas de gran masa es muy potente, mientras la estrella está viva, es capaz de usar toda esta energía para evitar colapsar. Pero cuando se queda sin energía, ya no puede superar la gravedad y su cuerpo en descomposición colapsa sobre sí mismo. Todo es atraído hacia adentro, hacia un punto esférico infinitamente denso conocido como singularidad. Esta singularidad es el agujero negro.

Cuando se forma un agujero negro, el espacio-tiempo se curva tan abruptamente por su gravedad que incluso la luz se dobla junto con él. El agujero negro no solo atrae hacia adentro todo lo que está cerca, sino que también evita que cualquier cosa que traspasa una cierta frontera a su alrededor pueda escapar. Este punto de no retorno se denomina horizonte de sucesos, y ni siquiera la luz, que viaja más rápido que cualquier otra cosa en el universo, puede escapar de eso. Se plantea entonces una pregunta. Si un agujero negro absorbe luz y cualquier otra cosa que cruce su horizonte de sucesos, ¿cómo podemos saber que están allí? Los científicos investigan los agujeros negros en busca de su efecto gravitacional sobre el universo y los rayos X producidos por su interacción con las estrellas que se encuentran orbitando.

Por ejemplo, buscan estrellas orbitando objetos oscuros y de gran masa que podrían ser agujeros negros. También buscan los rayos X y cualquier otra onda que la materia produce comúnmente cuando es succionada y destrozada por un agujero negro. Existe incluso una fuente de ondas de radio e infrarrojas en el centro de nuestra galaxia que podrían ser un agujero negro supermasivo.

Los agujeros negros emiten radiación, que puede derivar en su desaparición a través de la evaporación.

Si la atracción gravitacional de un agujero negro es tan potente que ni siquiera la luz puede escapar de ella, sería posible pensar que ninguna otra cosa puede escapar. Pero estaríamos equivocados. De hecho, los agujeros negros deben liberar algo.

Caso contrario, quebrarían la segunda ley de la termodinámica. La segunda ley universal de la termodinámica establece que la entropía, que es la tendencia hacia un desorden mayor, siempre aumenta. Y así como aumenta la entropía, debe aumentar la temperatura. Un ejemplo de esto es la forma en que un atizador, luego de estar sobre el fuego, resplandece rojo y caliente y emite radiación en forma de calor. De acuerdo con esa segunda ley, como los agujeros negros succionan energía desordenada del universo, la entropía del agujero negro también debería aumentar. Y con este aumento de la entropía, los agujeros negros deberían tener que permitir el escape de calor.

El escape de calor es posible porque, si bien nada que haya traspasado un horizonte de su sesos de un agujero negro, puede escapar. Pares virtuales de partículas y antipartículas cerca del horizonte de su sesos conservan la segunda ley de la termodinámica. Las partículas virtuales son partículas que no se pueden detectar, pero cuyos efectos se pueden medir. Uno de los miembros del par tiene energía positiva y el otro, energía negativa. En un agujero negro, la gravitación es tan potente que puede succionar la partícula negativa hacia el agujero negro. Al hacerlo, le aporta a su partícula asociada la suficiente energía como para poder escapar hacia el universo, emitida en forma de calor.

Eso le permite al agujero negro emitir radiación y de ese modo cumplir con la segunda ley de la termodinámica. La cantidad de radiación positiva emitida es compensada por las partículas negativas succionadas hacia el agujero negro. Este flujo de partículas negativas hacia adentro puede reducir la masa del agujero negro hasta que con el paso del tiempo, éste se disuelve y muere. Y si su masa se vuelve lo suficientemente pequeña, lo más probable es que el agujero negro termine en una explosión final masiva tan grande como millones de bombas de hidrógeno.

Si bien no podemos estar seguros, existen sólidos indicadores que sugieren que el tiempo solo se mueve hacia adelante.

Imaginen un escenario donde el universo comience a contraerse y el tiempo empiece a correr hacia atrás. ¿Cómo sería eso? Quizás los relojes funcionarían en reversa y el curso de la historia se invertiría. Los científicos no lo han descartado por completo, pero existen tres sólidos indicadores que sugieren que el tiempo solo se mueve hacia adelante. El primer indicador que demuestra el paso del tiempo desde el pasado hacia el futuro es la flecha termodinámica del tiempo. De acuerdo con la segunda ley de la termodinámica, la entropía, el desorden de un sistema cerrado, tiende a aumentar con el paso del tiempo. Esto significa que el tiempo se puede medir por la tendencia que tiene el desorden a aumentar. Por ejemplo, si una taza rueda por la mesa, se cae y se rompe, se vuelve menos ordenada y aumenta su entropía. Como la taza rota nunca se reconstruirá en forma espontánea ni aumentaría su orden, podemos ver que el tiempo solo se mueve hacia adelante.

La taza rota y la flecha termodinámica del tiempo son también aspectos del segundo indicador de que el tiempo siempre avanza. La flecha psicológica del tiempo, basada en la memoria. Luego de que la taza se rompió, pueden recordarla sobre la mesa, pero antes de eso, cuando todavía está sobre la mesa, no pueden evocarla en su posición futura en el suelo. El tercer indicador, denominado la flecha cosmogónica del tiempo, se refiere a la expansión del universo y acompaña nuestra percepción de la flecha termodinámica del tiempo. Implica que a medida que el universo se expande, la entropía aumenta. Si el desorden del universo alcanzara su punto máximo, podría comenzar a contraerse, revirtiendo la flecha cosmogónica del tiempo.

Sin embargo, no podríamos saberlo, porque los seres inteligentes solo pueden existir mientras el desorden aumenta. Esto se debe a que nos basamos en el proceso de la entropía para descomponer nuestros alimentos en energía. Por lo tanto, mientras andamos por ahí, observaremos la flecha cosmogónica del tiempo avanzando.

Además de la gravedad, existen tres fuerzas fundamentales en el universo.

¿Qué tipo de fuerzas operan en el universo? La mayoría de las personas habrá oído solamente acerca de una, la gravedad, la fuerza que atrae los objetos entre sí y que experimentamos en la forma en que la gravedad de la Tierra nos atrae hacia su superficie. Sin embargo, la mayoría de las personas no es consciente de que en realidad existen tres fuerzas adicionales que actúan sobre las partículas más pequeñas.

La primera es la fuerza electromagnética, que se puede observar en la vida cotidiana cuando un imán se pega a la heladera o cuando recargan su teléfono celular. Actúa sobre todas las partículas con cargas eléctricas, como los electrones y quarks. La fuerza electromagnética, como los polos norte y sur en un imán, pueden atraer o repeler. Las partículas con carga positiva atraen a las de carga negativa y repelen a las de carga positiva, y viceversa. Esta fuerza es mucho más poderosa que la gravedad y domina a nivel microscópico del átomo. Por ejemplo, la fuerza electromagnética hace que un electrón gire alrededor del núcleo del átomo.

La segunda es la fuerza nuclear débil, que actúa sobre todas las partículas que componen la materia y causa la radioactividad. Esta fuerza se denomina débil porque las partículas que la tienen solo pueden ejercer fuerza a corta distancia. A más altas energías, la potencia de la fuerza nuclear débil aumenta hasta equipararla de la fuerza electromagnética. La tercera es la fuerza nuclear fuerte, que enlaza protones y neutrones en el núcleo de un átomo, y también los quarks más pequeños dentro de los protones y neutrones.

A diferencia de la fuerza electromagnética y la fuerza nuclear débil, la fuerza nuclear fuerte se debilita a energías más altas. A una energía muy alta, denominada energía de gran unificación, la fuerza electromagnética y la fuerza nuclear débil se vuelven más potentes, y la fuerza nuclear fuerte tiende a debilitarse. En ese punto, las tres fuerzas alcanzan una potencia equivalente y pasan a ser diferentes aspectos de una única fuerza, la cual podría haber provocado el origen del universo.

Si bien los científicos creen que el universo comenzó con una gran explosión o Big Bang, no están seguros de cómo sucedió exactamente.

La mayoría de los científicos creen que todo comenzó con el Big Bang. Ese momento cuando el universo pasó de ser un estado infinitamente denso a una entidad en rápida expansión, que todavía hoy sigue creciendo. Sin embargo, no saben exactamente cómo ocurrió esa gran explosión, si bien se han propuesto diversas teorías para explicar cómo pudo haber sucedido.

La teoría más aceptada sobre el origen del universo es el modelo de la gran explosión caliente, o teoría del Big Bang. En este modelo, cuando el universo comenzó era muy pequeño, infinitamente caliente y denso. Durante la gran explosión, el universo se expandió, y a medida que fue creciendo su temperatura, se enfrió por la propagación del calor. En las primeras horas de esta expansión, surgió la mayoría de los elementos existentes hoy en el universo. A medida que el universo continuó expandiéndose, la gravedad hizo que las regiones más densas de esa materia en expansión comenzaran a rotar, generándose así las galaxias. Dentro de estas galaxias recién formadas, las nubes de gases de hidrógeno y helio colapsaron.

Sus átomos en colisión provocaron reacciones de fusión nuclear que crearon estrellas. Cuando más tarde estas estrellas murieron y colapsaron, provocaron enormes explosiones estelares que expulsaron más elementos al universo. Esto proporcionó el material para el nacimiento de nuevas estrellas y planetas. Si bien esta es la versión generalmente aceptada de la gran explosión y el origen del universo, no es el único modelo. Existe otro modelo llamado modelo inflacionario. Según este modelo, la energía en los inicios del universo era tan pero tan alta que los niveles de potencia de la fuerza nuclear fuerte, la fuerza nuclear débil y la fuerza electromagnética eran iguales.

Sin embargo, a medida que el universo se expandió, las tres fuerzas adoptaron potencias diferentes muy rápidamente. Cuando estas fuerzas se dividieron, se liberó una gran cantidad de energía. Esto habría tenido un efecto antigravitacional, lo que provocó que el universo se expandiera rápidamente y a un ritmo creciente.

Los físicos no pudieron unificar la relatividad general y la física cuántica.

En su deseo de comprender y describir el universo, los científicos desarrollaron dos teorías principales. La primera es la teoría de la relatividad general, que se concentra en un fenómeno muy importante del universo, la gravedad. La segunda es la teoría de la física cuántica, que describe algunos de los elementos más pequeños existentes en el universo, partículas más pequeñas que los átomos.

Si bien ambas teorías brindan conocimientos muy útiles, existen grandes diferencias en cuanto a lo que se puede predecir con las ecuaciones de la física cuántica y lo que se puede predecir y observar con la relatividad general. En la actualidad, no existe forma de combinarlas para crear una teoría unificada completa del todo. Un problema que impide reunir ambas teorías es que muchas de las ecuaciones que los científicos usan en la física cuántica dan como resultado valores infinitos aparentemente imposibles. Por ejemplo, según las ecuaciones, la curva del espacio-tiempo sería infinita, algo que las observaciones han demostrado que es falso. Para cancelar estos valores infinitos, los científicos intentan introducir otros valores infinitos en la ecuación. Lamentablemente, esto les impide ser capaces de predecir con precisión.

En consecuencia, en lugar de usar las ecuaciones de la física cuántica para predecir eventos, se deben agregar los eventos mismos y ajustar las ecuaciones para que encajen. Un segundo problema, parecido al anterior, es que la teoría de la física cuántica sugiere que todo el espacio vacío en el universo está conformado por pares virtuales de partículas y antipartículas. Sin embargo, la existencia de estos pares virtuales genera dificultades para la relatividad general. Como existe una cantidad infinita de espacio vacío en el universo, estos pares tendrían que tener infinita energía.

Esto resulta problemático por la famosa ecuación de Einstein, E igual mc al cuadrado, que sugiere que la masa de un objeto es igual a su energía. Entonces, la infinita energía de estas partículas virtuales indicaría que también tienen una masa infinita. Y si existe una masa infinita, el universo entero colapsaría por la intensa atracción gravitacional y se convertiría en un único agujero negro.

Resumen final

El mensaje clave de estos resúmenes es: Muchas personas rechazan la física porque la ven como un mundo impenetrable de largas ecuaciones y teorías complejas. Y, hasta cierto punto, es cierto. Pero la complejidad de la física no debería impedir a quienes no son expertos en ciencias aprender cómo y por qué funciona el universo.

Existen ciertas reglas y leyes que nos ayudan a comprender los misterios del universo que nos rodea. La mayoría de nosotros puede comprenderlas. Y una vez que las comprendemos, podemos comenzar a ver el universo bajo una nueva luz.

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